Ya casi no escribo, lo más interesante que he hecho estas últimas semanas es una descripción de mis YO, quizá cuando la termine la publique, en fin, es mi espacio. Muero de sueño, pero de pronto me entraron ganas de escribir, decir algo, sacar lo que de pronto se acumula en mí y bueno, tengo que desintoxicarme.
He pasado unos días maravillosos, pero los que vienen serán mejor, me encantaría que hubiera más días como el lunes, el clima lo hizo ver todo perfecto, el aire helado sobre mi cuerpo, mi corazón alborotado por la nostalgia y la lluvia. Tenía ganas de empaparme de lluvia, con esas pequeñas gotitas que caían, quería caminar y caminar, pensar lo que traía en mente en esos instantes, cuando subí al andén del metro. Desgraciadamente me tuve que ir porque era tarde, así es como me abandonó la inspiración y no terminé el escrito anterior.
Algún día seré un águila, es lo que más deseo, quiero volar sin que nadie me estorbe, porque hasta eso, le he puesto atención a las aves que vuelan sobre la ciudad, sobre todo cuando estoy en el andén del metro, es una altura considerable y se pueden apreciar a veces cuatro o cinco aves apoderándose del cielo, impávidas, inmunes al calor y a la estupidez humana. Pero hoy soy yo, Francisca, la que se pasará el día de mañana (me refiero a las próximas horas) tratando de encontrarle sentido a las piedras, a los árboles, a las aves y a mí misma. Y este es el momento en que me digo a mí misma: hasta mañana.
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