Yo la tesis, tú la antítesis, nadamos en el mismo mar, en la misma dirección, pero de manera distinta. Puede ser que yo pataleo mucho y tú te dejas llevar por las olas, eres como un delfín y yo una medusa. No te preguntes cómo es que nos podemos entender, no te preocupes si vamos tomadas de las manos que no tenemos, tampoco pienses más en que no somos de la misma especie, finalmente te he explicado a detalle las leyes de la física. Somos como Venus y el Sol, es un caos siquiera pensar en una separación.
Tú irradias la luz queriendo abarcar cada espacio en penumbras, yo en cambio la enfoco en donde según debe estar. Sí, admiro tu hazaña sin imitar tu proceder, creo que es de eso mi vida, de lo que se trata querer. Eres la migaja de pan que encontré en mi andar errante por el mundo, fue una suerte que esta hormiga diminuta se independizara de sus raíces y te llevara consigo al fin del Universo, este sitio en el que vemos explosiones estelares, presenciamos el nacimiento de estrellas y agujeros negros. Yo no tenía idea de que la vida contigo sería de tal manera, te amo aventurera intrépida, reina del caos, de la luz y las estrellas.
Eres la vida de mi corazón muerto, la alegría de mi cerebro enfermo, la sangre que corre en el mar de mis recuerdos, el rojo vivo de mi pasión y desenfreno. Eres el contenedor de mi tesoro: los azúcares, los fosfatos y las bases nitrogenadas en el orden perfecto. ¿Cómo poder entonces rendirse ante la simplicidad de una discrepancia eterna?, ¿cómo ceder ante la derrota cuando he inventado la gloria? Por eso es que mi locura no conoce límites, por eso es que en el pasado expliqué la equivalencia sólo para poder decir ahora que mi locura es directamente proporcional a mi amor por cada una de tus formas, colores, sonidos, representaciones, ideas y sentimientos. Y sí, mi amor es eterno.