viernes, 31 de julio de 2015

Después de leer Werther

En el año 2007 comencé a leerlo, venía solamente el libro primero en la antología de textos que llevábamos durante la preparatoria. Desde el primer momento fue un libro que me cautivó, digamos que estaba destinada a identificarme con Werther, con su desamor, ¡con su concepción del amor!, incluso con muchas de sus reflexiones sobre la vida humana. Es una historia cautivante de principio a fin, vívida, desgarradora. Cuando comencé con su lectura ya sabía el final, la maestra no podía dejar de arruinarlo, sin embargo, por más que conocemos el desenlace de una historia nos sigue intrigando el desarrollo, claro que sí, y más aún en una historia como esta, donde la pregunta que nos atormenta en todo momento, que ansía ser contestada es: ¿por qué se suicida Werther?

El desamor nunca es suficiente razón para el suicidio por sí sola, incluso para Werther aplicó esto. El autor narra cómo fue apoderándose de su personaje todas las desventuras de su vida, sus fracasos, su tendencia hacia el suicidio –pues reflexionaba ampliamente sobre él–. Era como si estuviera dentro de sus posibilidades desde siempre, al final lo justifica como un retorno al creador, a su Dios, a su Padre que lo esperará con los brazos abiertos. 

No dejo de pensar que es un arma de doble filo, por un lado es una de las obras más sublimes que he leído y el amor así plasmado sobrepasaría las expectativas de cualquiera, sin embargo, y por otro lado, es como un manual que justifica e incentiva el suicidio de los corazones más puros a quienes la vida les es particularmente difícil. He de aceptarlo, es una novela sublime, extraordinaria, habla de la originalidad del autor y su autenticidad, pero un corazón tan sensible puede sucumbir ante argumentos como aquéllos. Por ejemplo, hace alusión a las limitaciones del hombre, que todos podemos soportar cierto grado de tristeza, de alegría o de desilusión, pero que una vez sobrepasado el umbral, el hombre termina por consumirse como lo pudiera hacer por una fiebre. 

Ahora viene lo bueno, lo que me pareció el colmo del desconsuelo. Todos nos hacemos a la idea de que Werther morirá antes siquiera de abrir el libro, y podemos tenerle consideración, lo leemos con avidez y simpatía, yo creo que lo más que podemos sentir por él es compasión, todo bien, todo normal, ¡hasta que llegas a enterarte que Charlotte le corresponde! El corazón más puro del Universo tuvo que sacrificarse porque supuestamente su amor jamás podría ser correspondido, ¡pero lo fue! ¡Lo era! Y bueno, al final lo sabe, pero es cuando entra la imposibilidad social, circunstancial, moral, y demás. Si una persona pudiera guiarse solamente por el amor no habría tanto desmadre, tanto sufrimiento. 

¿Cuántas veces no hemos escuchado eso de “el amor no es suficiente”? ¿Qué es suficiente entonces? ¿Sólo si se tiene amor, dinero y un montón de circunstancias sociales compartidas es posible compartir una vida? ¡Bitch please! He aquí un auténtico romántico: yo. 

Por si fuera poco todo lo anterior, terminas enterándote que la novela se recreó a base de dos historias verídicas: el enamoramiento de Goethe por Charlotte Buff; y el suicidio de Karl Wilhelm Jerusalem –conocido del autor– que se dio un tiro en la cabeza al no soportar el peso del amor imposible que sentía por Elisabeth Herd, una mujer casada.

Finalmente me pongo a pensar en mí, más que nada en el tiempo que ha pasado desde la prepa, cuando leí una parte del libro. En ese entonces tendía a la perfección –si es que puede haber perfección humana alguna vez, era más que nada una imagen de perfección cuadrada la que tenía–, leía demasiado, estudiaba demasiado, quería comerme al mundo y obtener un premio Nobel. ¿Y ahora qué? Tengo trastorno depresivo mayor, me suspendieron de la facultad por no presentar Ética y Antropología (materias de la “Formación General Universitaria”, que en opinión de la mayoría de los estudiantes no sirven para nada), apenas si leo cosas referentes a mi carrera, apenas mi corazón puede sentir algo que no sea como el hierro quemando la carne… Y sin embargo estoy bien, soy la persona más lista que conozco, también la que tiene menor inteligencia emocional, pero eso no detendrá mis pulmones, mi cerebro, o mi corazón. Seguiré viviendo para ver la ironía de mi vida, que todos mis compañeros hacen parecer sus vidas como las más fáciles de vivir, mientras yo no sé qué hacer de la mía, ni cómo apagar esa chispa de hiperracionalidad que se me otorgó, ni ese “océano de fuego” que es mi amor. En fin, quizá algún día pueda compartirles que hice algo válido para las personas de este planeta, por lo pronto no soy más que un reflejo de Werther, ese hombre que dilapidaba su dinero, su intelecto, su vida, y su amor en una sola mujer pues:
“Todo es pasajero, todo perece, pero ni la misma eternidad puede destruir la ardiente vida que ayer recogí en sus labios y que siento dentro de mí.”

martes, 28 de julio de 2015

miércoles, 22 de julio de 2015

"Todavía no hay seudónimo":

Mi amigo, hace ya siete años que sé de tu existencia... La bizarra vida me ha empujado a escribirte hoy, cuando -podría decirse casi que por casualidad, pero no afirmarse del todo porque estar grifa no es una casualidad precisamente- me topé un correo que escribiste para mí una vez, bastante bueno, primero era muy noble, luego muy explícito, luego casi elocuente.

En él discutíamos nuestro común asunto, o al menos el más evidente, la cosa era que delirábamos por la misma mujer -este es el momento en que quizá tú me vuelvas a decir que tus sentimientos miran hacia el universo o una cosa así-, pero ambos veíamos su sonrisa cautivante, su labial rogando un espacio entre sus dientes perfectos, su hermosa figura, su simetría en el rostro, y, una de las cosas más importantes: la alegría tremenda que irradiaba su presencia, su buen aura, como le gustes llamar.

En dicho correo decías un poco desanimado que ella estaba conmigo y no contigo, pero con una dignidad impresionante... al fin, después de 7 años puedo mirarlo de tal manera, sin que me empañen los ojos mis celos enfermizos. No encuentro una sola línea que me hiera o que pudiera haberlo hecho en su momento, aunque como lo dije antes, sólo hasta este momento lo aprecio.

Después decías estar contento por la relación que yo tenía con esa mujer, diseñada por el mismísimo demonio con afán de seducir a cuanto mortal se atreviera a posar sus ojos sobre ella, así de terriblemente encantadora me debía parecer. Mientras, yo miraba con recelo cualquier actitud tuya, que casi siempre demostraba ser positiva para conmigo, ¡incluso para conmigo que te odiaba sin razón! Ahora sé que odiar no es la palabra correcta para denominar eso que me inspirabas, quizá sólo fuera miedo.

La razón de estas palabras, la dirección de éste orden de letras va destinada a contarte la ironía más triste de mi vida, y es que: ¡ahora no tengo la fortuna de estar junto a esa mujer porque está con alguien que me recuerda a ti! Y créeme que no es halagador, porque al menos tú eras mi rival en el sentido nietszcheano mientras a él no lo saco de bufón, equivocada o no esa es mi impresión.

Ahora que leo aquéllas palabras sinceras tuyas pienso que... no sé ni lo que pienso, he perdido el hilo. Sólo me resta esperar que el destino -realmente no creo en el destino- confluya otra vez sobre nosotros y poder compartir una jarra de cerveza en pro de los buenos tiempos, de esa historia que me cuento y que no sé si es verdad.

FAVR

"Frankenstein" o "El moderno prometeo"

Sin lugar a dudas uno de los mejores libros que he tenido la fortuna de leer. Las razones:

-La forma y estilo literario de la autora (Mary W. Shelley).
-Los profundos razonamientos que de su lectura resultan. 
-La historia original, incluso para esta época.
-Las sublimes motivaciones intelectuales de Victor Frankenstein, así como su elocuente discurso. 
-La intriga final de no saber quién es más responsable de todo el desmadre acaecido. 
-El monstruo de Frankenstein es el villano amado y odiado, cuya elocuencia descorazona algunas veces y otras despierta recelo. 


[Aquí inicia el spoiler]


La primera sorpresa que me llevé al comenzar a leer Frankenstein fue la maravillosa forma de narrar de Mary W. Shelley, la elocuencia de sus palabras, así como la precisión al utilizarlas. La lectura desde las primeras páginas se da con una fluidez sorprendente y la narración siempre resulta intrigante. A todo lo anterior se le suman las profusas reflexiones filosóficas del texto. 

Lo segundo que me llamó la atención -y lo que francamente me conquistó-, fueron las motivaciones científicas de Victor Frankenstein, esa ansia desmedida por adquirir los conocimientos científicos que explicaran todo lo sensible, lo tangible. Inicialmente su entusiasmo es contagiado por las ideas de Cornelius Agrippa, Paracelsus y Albertus Magnus, dándose cuenta después del atraso científico de los mismos, que sin embargo no tiene mella en su ya desmedida ansia de conocimiento. Cuando acude a la Univerrsidad le corrigen el camino, estudia la física moderna y la química, dándose cuenta de que todo lo que pretendían conocer los personajes que lo inspiraron (el elixir de la vida, la piedra filosofal) es finalmente desacreditado por la ciencia moderna. Para ello hay una cita increíble:
"(...) Además, sentía desprecio por los fines de la física moderna. Era diferente cuando los maestros de la ciencia buscaban la inmortalidad y el poder, pretensión loable aunque inútil. La ambición del investigador parecía limitarse a destruir las visiones en que se fundaba principalmente mi interés en la ciencia. Se me pedía que cambiara ideas quiméricas, de grandeza sin límites, por realidades de poco valor." p.42
Frankenstein tenía aspiraciones a lo grande, quería hacer algo que la humanidad aplaudiera, que resolviera alguno de sus grandes problemas como la cura de las enfermedades, y es por ello que se inclinó al estudio de la fisiología humana. Llegó a comprender a la perfección la mecánica y estructura del cuerpo para finalmente crear uno desde el principio, o lo más parecido a ello, pues lo que logró fue dotar de vida a un cuerpo inerte, al cual construyó pieza por pieza colectando huesos y órganos de cadáveres. Decidió hacerlo a lo grande, literalmente, pues el monstruo medía 2.4m y estaba destinado a ser mejor por ello, al menos en su funcionamiento, resistencia (al calor y frío) y agilidad.

Con esto termina la autora de explicar la naturaleza del monstruo. Lo que es un arte -porque verdaderamente me impactó-, es que jamás hace alusión al proceso de creación o dotación de vida en sí que se le da a la criatura, sin por ello darle menos crédito a la veracidad del relato, es decir, el misterio de la creación del monstruo es incluso argumentado por el temor que tenía Victor Frankenstein a revelarlo y que se repitieran todas las desventuras que él sufrió. Esto me recuerda lo que decía García Márquez en su taller de creación literaria -que pude conocer gracias al libro Como se cuenta un cuento-: lo importante de una historia es que el lector se la crea.

Cuando realiza por fin su creación, Frankenstein se arrepiente del logro al ver lo horripilante de su criatura -al que describe como más feo que si fuera una momia viva-, huye del lugar y lo abandona a su suerte. No es mi intención hacer una sinopsis detallada, lo demás es una historia tan entretenida que no le haría justicia un breve resumen aquí expuesto, sin embargo, para resaltar los puntos interesantes he de mencionar lo que sucedió.

El monstruo sufre por el desprecio de su creador y de cuanto ser humano se encuentra en el camino, amoldando así su personalidad y su capacidad de respuesta a las distintas emociones que experimenta. Después de tanto sufrimiento decide vengarse de su creador y asesina a su hermano pequeño, pero le ofrece posteriormente una salvación: que le haga una compañera con quien pasar el resto de sus días, o que de lo contrario sufra desmedidamente. 

Al principio Frankenstein accede después de de escuchar los pesares del monstruo, mas al paso del tiempo reflexiona que la humanidad no debe soportar la carga de dos monstruos asesinos y rompe la promesa de crear la compañera de su criatura. Esto sólo desata dolor de ambos lados, el monstruo asesina a todos los seres queridos de Frankenstein y éste jura venganza persiguiéndolo hasta la muerte. 

El final es épico y sumamente emotivo, pues el monstruo acude a donde se encontraba el cuerpo inerte de su creador, ahí se encontraba también el último amigo de Victor Frankenstein, con quien tiene una discusión... Al final hay una escena donde el monstruo da un monólogo en el cual explica que su creador no ha sufrido ni una centésima parte de lo que él pasó, y se resuelve a morir en el polo Norte, pues sólo la muerte lo hará feliz. Finalmente, les dejo la reflexión con una última cita:

"Mi corazón estaba preparado para responder al amor y a la simpatía y, cuando me vi arrastrado al mal y al odio, el corazón mío soportó ese cambio con torturas que usted no puede imaginar." p.192

miércoles, 1 de julio de 2015

Me casé

El día de hoy tuve un sueño como ninguno, insufló mi apachurrado corazón, me llenó de endorfinas y me dejó una impresión que aún ahora no puedo controlar, por ello lo quiero plasmar. 

Me encontraba en el internado, un lugar del cual por más que intento no puedo salir -bueno, físicamente al menos ya la libré-, estaba haciendo nada, probablemente tratando de no sentirme mal y apreciando el escenario, porque por lo menos me gustaba bastante la arquitectura de aquél lugar. 
Pasado un tiempo no me di cuenta que conocí a una mujer, yo tenía la misma edad que ahora, y ella debió rondar los 20. Era tremendamente hermosa, pelirroja, blanca, delgada, ojos negros, un poco más alta que yo... Físicamente era irresistible, razón por la cual no perdí el tiempo y entablamos conversación, me contó que tenía problemas psicológicos, que tenía problemas con el abandono. Era bastante tímida, al expresarse se notaba cierta tristeza, no recuerdo si tartamudeaba, pero sí hablaba bastante pausado. En conjunto inspiraba tanta ternura que contrastaba todo lo demás que yo pudiera sentir por ella, como atracción física, en realidad era muy extraño, quererla proteger y quererla besar a la vez.

Luego pasó lo bueno, después de un tiempo le dije que yo no la dejaría jamás, a lo que ella respondió con una pregunta: "¿nos vamos a casar?". Y yo por supuesto que acepté. En seguida apareció lo bizarro, íbamos caminando del brazo y de repente me detuvo, estábamos frente a la iglesia y ya estaba el juez frente a nosotros, algunos testigos, en fin... ¡me casé! No sin cierto desconcierto, pero a plena consciencia y con el corazón lo más contento del mundo, porque había encontrado a la mujer perfecta: hermosa, sensible, que me necesitara -en el sentido de que quisiera compartir su vida conmigo-, ¡pero qué va, si era muy hermosa y cariñosa!

Es verdad, también la besé y nos pasamos acarameladas todo el tiempo que se pudo, fui muy feliz, hasta que apareció quien yo creo es el amor de mi vida. En ese momento no me encontraba con mi esposa -qué raro decirlo-, pero se lo oculté, no le dije que estaba casada pues no podía renunciar al amor verdadero, a todas esas cosas que ella me hace sentir, más que físicas tan profundas que jamás entenderé. Así que tuve una doble vida. Cuando por fin llegué con mi esposa me estaba esperando, sus ojos reflejaban tanta ternura e inocencia que me rendí ante todo eso y fue entonces cuando supe que probablemente algún día me casaré.