miércoles, 23 de diciembre de 2015

Estragos del amor de un instante

A veces te enamoras en un segundo, de una imagen, una abstracción, una actitud o lo que sea. Es increíble la capacidad de sublimizar lo que pudiera considerarse trivial.

A veces te enamoras de una sonrisa, otras de unos ojos, o de las expresiones lingüísticas de una voz que amas por sí sola.

Y algunas veces te enamoras del conjunto antes mencionado, cuando pertenecen a una sola persona y no puedes resistir a sus encantos, ni siquiera por separado...

Entonces el momento se convierte en el cielo y el hedonismo es la única razón; es un instante único, un parteaguas en el tiempo; es el delirio que inmuta.

Así es como llegas a pertenecerle a una persona que no te pertenece, y sin embargo, si por ti fuera allí extraviabas la razón por completo, porque entregado ya estás.

Aunque la vida parece en ocasiones ser un trágico cuento dulce, y eso que tanto amaste mientras duró se desvanece para dar lugar a la sensación que mejor conoces: la Impaciencia.

Es ella quien te acosa todo el día, y con mayor inclemencia entre más has disfrutado del amor de un instante. Aparece como una inquietud difícil de localizar, que persiste y va en aumento hasta obtener toda tu atención.

Y es ahí cuando te muestra su propósito y aparece en la imaginación el vívido recuerdo de esa nimiedad capaz de enamorar al espectador encerrándolo en su Realidad.

Quizá después razones las cosas, y decidas como todo ser sensato, que el pasado sólo es eso, y que quien originó el disturbio es o no asequible, pero que hay que superarlo, dejarlo de rumiar por ahora.

De tal forma todo cobró sentido y está por fin en su lugar... Al menos hasta que te das cuenta que un nuevo ciclo acaba de comenzar.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Anécdota estúpida y desconcertante #aquiénleimporta

El día que se utilizó el trinomio cuadrado perfecto

Tú, asiduo, nuevo u ocasional lector, has visto quizá por ahí, en algún meme perdido, que hoy es el enésimo día en la vida que no se utiliza el trinomio cuadrado perfecto -o ninguna otra fórmula matemática que tanto agobia a pubertos y adolescentes-. En tal caso, quizá consideres esta narración extraordinaria, yo, sin embargo, la considero romántica.

Ahí nos encontrábamos, en una habitación a deshoras, ingeniándonos la manera más justa de repartir el último recurso embriagante: la mitad de la botella de soju. Yo me apresuré a sugerir la dinámica, se ganaría un mimi shot de soju quien respondiera una pregunta -prácticamente de cualquier asunto humano- de la ganadora anterior. Comencé a cuestionar yo, por supuesto.

Las partícipes de este aventurado día de mi vida fueron dos personas: una de mis mejores amigas, y una recientemente adquirida que por cierto era su prima. Comencé preguntando algo de anatomía, y miren que recordar siquiera el tema me sorprende, pero me parecía justo porque las tres estamos "dedicadas" al área de la salud. Respondió en aquélla ocasión mi amiga, por estar más familiarizada con lo que les encanta preguntar a los matados en los exámenes de medicina.

Los temas variaban constantemente, de pronto se preguntaba dónde se encontraba un país cuyo nombre ni sus habitantes conocen, y segundos después se salía del paso con algo como "¿cuál es mi banda favorita?". Yo estaba al borde del éxtasis, desconecté aquél día los cables de mi prudencia y se me imposibilitó la habilidad de disimular. Podría haberme deshecho de todas mis virtudes, aunque jamás de mis conocimientos, por lo que creo haber ganado algunos mililítros más que las primas.

Y luego de preguntas absurdas, de algunas divertidas, y de las que sólo yo me respondía, se le ocurre preguntar a "la prima":

-¿Cuál es la fórmula del trinomio cuadrado perfecto? [o algo similar] -el instante siguiente el rostro se le iluminó al intuir probablemente un callejón sin salida.

-El cuadrado del primer término, el doble del producto del primero por el segundo y el cuadrado del segundo término. -respondí al instante.

Tomó algo así como tres segundos en perderse en sus recuerdos, con la mirada hacia arriba y en su interior, antes de decir:

-¡Es cierto! ¡Cómo lo sabes!

A ella le pareció el motivo perfecto para sucumbir en un lapsus de risa incentivada por el alcohol, mientras a mí me atravesó el corazón su sorpresa y aprobación, después de todo, antes de ser alcohólica soy hedonista, y antes de hedonista soy esteta, y ella es sublime.

lunes, 30 de noviembre de 2015

El segundo

Ella es un gran apoyo moral; es mi motivación para cualquier nimiedad o gran empresa; y más que eso, es el placer más exquisito que la vida me permite.

Tiene mi sonrisa pendiendo de su influjo. Todas sus actitudes y estados de ánimo son de mi absoluta incumbencia desde hace algún tiempo. He llegado a verlo como un regalo, porque después de creer que el lugar que aloja mis sentimientos era un campo estéril, comencé a apreciar esa conglomeración de belleza (Ella) que merece y es responsable de lo más hermoso que puedo sentir recientemente.

Lo mágico es indiscutible porque no puede ser comprendido. Así la conocí. Un día en el que olvidé todos los placeres hasta entonces experimentados, las emociones anteriores, ¡y la mismísima idea del futuro se desvaneció! Me convertí en el espectador más afortunado, que presenció la fuente de belleza que se siempre imaginaba cuando leía obras de Oscar Wilde. Y todo cobró sentido, los anhelos tomaron forma, se materializaron.

De pronto todo parece nuevo e inconexo. Ella es la constante que rige mis operaciones de vida. Su persona es expendedora de felicidad, pero no exclusivamente para mí, pues donde quiera que lleva esa sonrisa alegra el ambiente. Y eso, francamente, enloquece. Produce un choque catastrófico donde se mezclan pensamientos, sentimientos y anhelos, para que segundos después no quede nada… nada que me dé una idea de qué sucede.


Alterno entre el encanto y la impaciencia, y es ésta última la responsable de la combinación precisa de estas palabras durante una noche donde lo que más deseo en el mundo es tenerla cerca. O escuchar por lo menos esas preguntas desquiciantes, esas hipótesis sugerentes, y momentos de sinceridad donde se acaba el tiempo. Entonces ella dice “no quiero que sea mañana”, y yo concluyo “no quiero que sea ni siquiera el segundo siguiente”, porque justo ahí, justo en ese espacio-tiempo-circunstancia soy más que feliz. 

martes, 24 de noviembre de 2015

Anécdota estúpida y desconcertante #5

Incómoda analogía

Pocas cosas emocionan mi alma al conversar, ¡pero esta vez preguntaron por ti! Y me desbordé en palabras.

Dije entonces gracias a mi traicionero inconsciente:

–¡Soy como su mano derecha!

Justo cuando un triste manco me bordeaba.

Anécdota estúpida y desconcertante #6

La inversión

-–Y les recuerdo que no deben cortar nada sobre esta mesa, ni tomate, ni papa, ni chile, ni absolutamente nada. ¿Creen ustedes que estos manteles [de hule] son gratis? –dijo la abuela con gran hartazgo, para después acudir al banco más cercano a realizar sus inversiones.

Anécdota estúpida y desconcertante #7

¿Ha probado el vino?

Y ahí nos encontrábamos, un sábado cualquiera disfrutando del tiempo sin pensar en él. Cinco mujeres en una habitación y un Iphone. De pronto la más hardcore –la del Iphone– sugiere mostrar los videos que con tanto ahínco coleccionó. Ella era hardcore, su Iphone era Iphone, sus videos insólitos.

Primero se mostró una secuencia de cabezas cortadas, luego operaciones casuales donde toda la atención marchaba al ritmo de un gasa. En seguida cualquier video estúpido, hasta llegar a “los buenos”, los buenos para la generación de las 50 sombras… Ahora se observaban negros aguantando vara, literal; rubias y pelirrojas cambiando de papel con el sujeto negro. Las cosas siguieron de manera similar hasta que por unanimidad se decidió que el juego de prolapsos eran la novedad indiscutible.

Se acababa de ver un poco de todo, incluso de lo que no se dice en esta narración… hasta que después apareció: una rubia alternado el oral de su hombre con el chopeado de su miembro en una copa de vino.

–Yo debo hacer eso alguna vez. –dice la hardcore inmediatamente.

–Yo nunca he probado el vino. –dice un alma con auténtica curiosidad.

Anécdota estúpida y desconcertante #8

Dramatismo

Se inauguró el parque de diversiones, la novedad era que tenía un avión y que podías sentirte grande e importante con las actividades que ahí se realizaban. A los 12 años difícilmente te interesa cualquier cosa que pudieras encontrar, salvo los autos, aunque sean miniatura.

El itinerario era inmenso, consistía en descubrir qué tanto se podía hacer en aquél lugar que nos abrió sus puertas a un mínimo precio, o quizá gratis, ¿quién se fija en eso cuando lo llevan? Y lo exploramos, un lugar tras otro, fila tras fila. A esa edad raramente algo resulta extenuante, pero sí te cansas…

De tal manera que el alimento representaba el oasis en el desierto, ¡y debíamos apreciarlo! Claro que sí, es de conocimiento general que lo que más cotizado es la comida en los parques, después de todo, todos comen y comen más de una ocasión. Ese día las niñas se agrupaban en tres, dos beneficiarias y una alma caritativa que las acompañaba, y que sin embargo, tenía su misma edad.

La beneficiaria número uno llegó a al carrito de hotdog y recibió su alimento con un éxtasis mental indescriptible; la segunda beneficiaria realizó exactamente lo mismo; y el alma caritativa, conmovida hasta los límites de su sensibilidad, recibió su alimento después de las dos anteriores, dio dos pasos, y vio caer su salchicha de entre la abertura de su pan por la pendiente, rodando una y otra vez sobre el pavimento por alrededor de dos metros.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Law Abiding Citizen



Esta era una vez una película con un bato guapo -antes estaba más guapo- y rico, inteligente rayando en lo prodigio y con una familia perfecta al estilo tradicional. Bello.

Y sucede que al tipo le pasa lo que en muchas películas se ha visto: entran a su casa unos ladrones que terminan violando y asesinado a su esposa e hija. Aquí es cuando acude al espectador la empatía, y el dolor e indignación la acompañan. La película ya te atrapó, deseas disfrutar la venganza tan ansiada como predecible.

Luego, para rematar al hombre de dolor liberan al violador y asesino después de tres años de condena mientras al achichicle le cargan todo el peso de la ley y lo sentencian a muerte. Lo anterior por obra y gracia del abogado gringo, de esas personas que primero se desprenden de su alma y luego se gradúan de leyes, pero dejando a un lado sus deficiencias, el tipo hizo un trato para obtener una condena por más injusta que fuera, lo que deja al padre de familia y viudo con impotencia y rabia.

Pasan 10 años y la venganza está sabrosa, aunque para Clyde (el afectado) jamás considera que sus acciones sean denominadas como tal, no es venganza jura, es una lección que le debe dar al sistema de justicia y al abogado imbécil que vendió el caso por una condena. Todos poseen su justificación, ¿quién no lo las tiene? Todo el que puede pensar se justificará alguna vez -y frecuentemente sólo si es necesario- de cualquiera de sus acciones.

Al sentenciado a morir le cambia el cloruro de potasio por algo más hardcore, con lo cual sufre muchísimo durante su ejecución. Al que quedó libre, el clásico viejo asqueroso y gordo, lo secuestra, lo sujeta a una mesa donde lo descuartiza sin anestesia, para esto utilizó solo la tetradotoxina, pero lo que lo convierte en una obra de arte es que puede verlo todo por medio de espejo que coloca sobre él, y su técnica está sabrosa aunque algo trillada. Le corta los dedos, las extremidades, ¡los párpados jamás pueden faltar! Y por supuesto, el pene.

Ahí ni siquiera va la mitad de la película y el espectador ya disfrutó mucho la fruta. Luego saca la artillería pesada de la cual su ingenio le permite disponer y asesina al abogado de los criminales, a la jueza, y a varios miembros del sistema de justicia al estilo terrorista. El secreto estaba en que el tipo podía salir de la cárcel por medio de una extensa red de túneles que había cavado con sumo esmero antes de entrar a prisión, eso está algo forzado, pero uno puede imaginarse muy bien los años que se pasó cavilando, diseñando, madurando todo eso. Además es un genio rico.

Durante toda la película atormenta al abogado negro responsable de la injusticia que hubo en el proceso. Era "el bueno" de la película que cometió errores. Y finalmente él le echa a perder uno de sus planes, el más grande hasta entonces, lo cual culmina con la muerte de Clyde. A nadie le gusta el final, uno espera que por ser ese abogado el responsable de no haber seguido luchando por un juicio justo -aunque existiera el riesgo de  perder-, es el principal artífice de todo el desmadre, al menos indirectamente.

Lo bueno, qué decir lo bueno, lo espectacular de la trama es la argumentación de Clyde, tiene que derribar o darles un escarmiento a los miembros del sistema de justicia que permiten que se hagan tratos con asesinos, que hacen parecer al sistema legal como un simple juego de ajedrez donde si te sabes mover ganas, seas o no culpable, y si eras inocente y te mueves mal te jodes. También es bueno ver esa capacidad de indignación y determinación con la cual combates eso que no es correcto, eso que es una vergüenza y oprime a los desdichados que se cruzan en el camino.

Este individuo tenía una querella con la justicia humana, pero todo el mundo tiene sus propias querellas, todos estamos indignados con cierto aspecto de la vida, institución o sistema que sabemos que está podrido, o es incorrecto, o injusto. Clyde podía volarle los sesos a los funcionarios y los responsables de su tragedia, sin embargo, no todos podemos volarle los sesos a lo que nos subyuga o quita el sueño.

La vida entera es una injusticia, ¿pero a quién nos cargamos entonces? ¿Cómo sacamos esa rabia fermentada? ¿Contra quién o que luchamos cuando sabemos que, por donde lo mires, en el mundo hay millones de cosas que no te gustan? Algunos dirán que es mejor luchar con la bandera blanca, hacer el bien para que se acabe el mal, y quizá tengan razón, pero es más tardado y menos entretenido. De eso estaba seguro Clyde

jueves, 17 de septiembre de 2015

Ella me dijo


Ella me dijo que jamás sucedería y yo en mi infinita soberbia lo dudé. No pude ver sus ojos al decírmelo, no pude mirar su rostro al pensar en ello, ¡sólo porque no quería hacerlo! Quería ganarla a toda costa y la perdí por entero.

Ella me dijo de la forma más amable que yo era inconcebible en su vida y su futuro, tal y como yo me veía, pero yo y mi egocentrismo sólo pudimos ver un par de palabras ensayadas, un discurso producto de una educación que incluso yo recibí. Y me cegó la esperanza...

Ella sacó la artillería pesada del desdén y el "ódiame tantito", pero yo lo eludí todo como el mejor boxeador, me abracé a su vanidad y la alimenté, la seduje para que no me abandonara, la ensalcé con cuanto recurso literario disponía.

¡Y al fin me di cuenta! Que me dejó porque soy improbable -porque jamás me atreveré a decir que existe algo imposible en asuntos humanos- de existir como en mi fantasía o mi deseo por ella me susurraba. Y por fin me di cuenta que tampoco se fue lo que pienso de ella, ¡que tapé el Sol con un dedo! Y que ahora me está quemando el amor por ti.

Me lo guardaré, claro que sí.

martes, 1 de septiembre de 2015

jueves, 27 de agosto de 2015

El último camino

Una belleza en miniatura me convirtió en el ser humano más irracional del planeta. La conocí esa noche, en el evento más importante del año para el laboratorio donde trabajaba desde que me gradué. Odiaba los eventos sociales, las premiaciones tampoco estaban exentas de mi desprecio, supongo que todo se originaba del aislamiento en que me encontré toda la vida, mi ensimismamiento en el estudio, mi apatía y desinterés por todo cuanto no fuera a revelarme algún misterio de la Realidad.

Sin embargo, aquella vez me decidí a asistir sin saber porqué, probablemente sólo quería distraerme. Extrañamente en esa ocasión no me disgustó tanto mi atavío formal, de gente cuadrada y pretenciosa, quizá porque en verdad lucía bien. Los primeros minutos estuve rondando el extraño complejo donde se celebraba la reunión, era un salón grandísimo y muy convencional, además de una amplia terraza donde el viento hacía acto de presencia más de lo que hubiesen querido los organizadores. Arquitectónicamente hablando era un lugar muy novedoso, tanto así que rayaba en lo futurista.

Me comenzaba a agradar el haber asistido. Supongo que parte de la magia había que agradecérsela al excelente alcohol que degusté desde que llegué. Me sentía realmente en un éxtasis pasivo. No tenía pensado abandonar la terraza por ningún motivo, lo cual no representaba problema porque le saqué la vuelta a todo el que pudiera entablar conversación conmigo, eso jamás fue difícil, pues todos mis compañeros de trabajo conocían mi temperamento y estaban lejos de desear una relación distinta a la laboral, sin dejar de lado la cortesía, por supuesto.

Continuaba habitando el mundo de mis abstracciones,  me seguí paseando, sonriéndole a la recua de mortales con quien me cruzaba. Podría haber asegurado entonces que le sonreí a todos los presentes, hasta que mis ojos tuvieron la dicha de posarse sobre ella... ¡No debía encontrarse ahí! Era una total incongruencia. No... sólo fue impredecible. Ella estaba sentada cerca del ala izquierda de la terraza junto a  quienes parecían ser su madre y su hermana.

¿Alguien puede describir su cara de imbécil cuando es atraído de tal forma? Siempre he pensado que no, y sin embargo la siento tomando el control de cada uno de mis músculos faciales. Apenas me lanzó una mirada refleja y se desentendió de la existencia del ser humano para el que en ese momento sólo existía ella, el miedo, la sorpresa y el absurdo.

¡Sí, lector, jamás me había sucedido semejante cosa en mis casi tres décadas de existencia! Pero debía ser así, sólo un momento, un cataclismo. Después de algún tiempo me di cuenta que ese día compré el boleto de mi destino, aunque no me adelantaré...

He confesado previamente mi pecado, por lo que quizá de ahora en adelante lo intente difuminar sin contaminar este relato con mentira alguna. Era la mujer más seductora que había visto, mujeres hermosas por doquier se encuentran, pero lo que yo descubrí ese día era la pieza que embonaba a la perfección con el rompecabezas interno de mi deseo. Su atractivo no pasaba inadvertido a primera vista, sin embargo, a la segunda visión el superyó tiranizaba la consciencia alejando al mundo entero —idealmente— menos a mí. Habrá medido entonces alrededor de 1.55 m, tenía complexión entre delgada y media, cabello negro muy largo y peinado sin tanto esmero, aunque perfectamente acomodado, su tez algo clara hacía que resaltara la belleza de sus ojos, la cual residía mas que en el color en su forma.

¿Puede enamorarse alguien de un ser cuya sonrisa no lo deslumbre? Bueno, si se puede no es mi caso, porque mi sonrisa se sincronizó desde el primer momento a la suya. Me acerqué a ellas disimuladamente y así me enteré de quiénes eran, la familia de "perfecto diseño" como se comentaba en el trabajo. Por supuesto, era por ello que se apreciaba a leguas el extraordinario parecido físico de las tres, ¿pero cómo pudiera explicarse entonces el encanto único de mi perdición?

La miré como para arrancarle el secreto de tajo y me ofusqué al encontrarla observándome con curiosidad pueril, ¡cómo no me alejé entonces! Las otras dos habían desaparecido, no tenían de qué preocuparse, era el lugar más seguro del planeta porque albergaba —para tranquilidad de casi todos los cuadrados— a las personas más respetables y de intelecto más que loable.

La razón me latigueaba como auriga a sus corceles, pero esa otra cosa indescriptible me ataba a su mirada e infundía una seguridad desconocida hasta entonces para mí. Creo que me conocía, a juzgar por su mirada inquisitiva y algo aduladora. No era extraño, había contribuido grandemente en varias investigaciones que mi nombre resaltaba entre los otros, sin que por ello ganara algo de afecto extra.

Le sonreí y sus ojos se iluminaron, el corazón quería salírseme del pecho, no había vuelta atrás, me acerqué.

—Tú debes ser Andrea, ¿o Elisa? —comencé interrogándole para ganarme su confianza.

—Andrea, mucho gusto, usted debe ser (...)

—Así es, ¿has escuchado cosas buenas sobre mí? —pregunté observando que se sonrojaba y me regalaba la sonrisa nerviosa más halagadora, más aún que todos mis logros.

—No te preocupes —continué diciendo mientras me reía discreta y encantadoramente— ¿no quieres caminar conmigo un momento?

—Me encantaría, pero le he dicho a mamá que no me movería de aquí en lo que volvía. Podríamos esperarla...

—Descuida, será en otra ocasión —interrumpí—. Salúdala de mi parte, fue un gusto conocerte.

Estaba a punto de retirarme cuando me detuvo del brazo abruptamente.

—Espere, no creo que se moleste si nos mantenernos cerca, menos aún si estoy con usted.

Y así caminamos por un lapso de veinte minutos, ¿cómo puedo yo describir todo lo que sucedió? Su sonrisa es inefable, mis emociones son inenarrables, no era yo quien se paseaba junto a ella, mirándola de soslayo casi todo el tiempo para alternar solamente cuando había que mirarla a los ojos y mi alma abandonaba el cuerpo, convirtiéndome en el ser humano más vil de la Tierra. Era una versión mía que jamás había aparecido hasta entonces, un alter ego simiesco.

No habíamos visto a su familia porque la terraza era inmensa, llegamos hasta una sección de jardín donde las lámparas iluminaban con una luz tenue, pero cubriendo cada resquicio de oscuridad.

Después de estar un minuto en silencio destrocé el momento diciéndole que era hermosa. Yo esperaba que me pidiera que regresáramos, que se ofendiera, que me hablara de mi inapropiada conducta, sin embargo, lo que observé en su mirada era lo que había leído por años en los clásicos, esa clase de amor que pierde a las personas de la manera más desastrosa, viniendo irónicamente del sentimiento más sublime.

Podría haberla besado, podría haberle endulzado el oído con los sonetos de Garcilaso. Otra fue mi conducta, como otra cosa soy yo, todo menos un homo sapiens. Me acerqué a ella y percibí su respiración acelerada, cerró un momento los ojos y posé mis manos sobre su cuello para terminar estrangulándola. Fue muy rápido, y yo también cerré mis ojos al hacerlo, quería quedarme de ella su sonrisa, quería quedármela a ella, pero nadie lo permitiría. Así que la pasión tiene que morir, de lo contrario ella te mata, y creo realmente que la humanidad aún no puede prescindir de mí.

No sé si alguna vez me atrapen, no sé si hay un sólo testigo que imponga más que mi persona, lo que sé es que se me presentó una situación y la tuve que arreglar.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Un súperman

Todos esperan de mí un Clark Kent

Uno preocupado por la humanidad.

Uno que se encargue de sustentar a Martha Kent y sacar adelante la granja.

Uno que saque la casta y se ponga el uniforme, para que afronte de tal manera los crímenes en Metrópolis.

Uno que ame exclusiva y devotamente a su Lois Lane.

Uno que sea honesto, servicial, responsable, humilde (humildad poseyendo súper poderes, qué sencillo ha de resultar no tener la necesidad de resaltar más de lo ya de por sí evidente), generoso, ecuánime y un enorme etcétera de adjetivos positivos.

Pero yo sólo soy un mortal deficiente, uno con su propia historia linda y desastrosa, una vida que no resalta en nada, que no beneficia a nadie en particular y que jamás fue pedida. Y aún así todos quieren que sea un súperman. Bitch please.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Sustrayendo lo esencial

Por Santiago Reyes

El timbre sonó una sola vez, lo que no causó preocupación, y así, casi de inmediato, el recién desposado abrió la puerta sin mirar a quién. Era la muerte, camuflada a la época, con guantes para ocultar su verdadera forma y un puro de excusa para que su rostro cubierto de humo tuviera motivo.

–Buenos días joven –dijo seca y cortadamente.

–Buenos días –contestó con rapidez el joven. 

Y entonces la muerte no reparó en ser suave, le dijo que venía por su esposa. Al verlo destrozado, la muerte le preguntó si estaba dispuesto a pagar el precio para aplazar la muerte de su amada, a lo cual el joven aceptó pagar con cualquier cosa. La muerte reclamó su alma, era lo único que ansiaba, el muchacho lloró otro tanto más y luego le otorgó el sí definitivo. 

En seguida, la muerte hizo un ademán a la sombre de aquél hombre, ésta se asustó y se reusó a separarse, pero al final caminó despegándose de los pies de su exdueño y adhiriéndose en la muerte, quien agradeció el trueque y se despidió sin más. 

Así transcurrió un año hermoso y feliz, la pareja se amaba más que nunca, y el hombre, a falta de alma, tenía mayores capacidades en las cosas fuera de la aprobación de Dios como la suerte o las mujeres. Lo primero –si así lo quisiese– lo hubiera mantenido, pero lo segundo era un dolor de cabeza. 

Al siguiente año volvió a su puerta. La muerte no sabía qué era tener un alma, y el año anterior había sido la mejor de todas las épocas, por lo que quería más. Ésta vez no regresó a cumplir su trabajo, sino para chantajear al joven con la misma excusa, aprovechándose de su ignorancia, del tal manera que el joven accedió otra vez, sin embargo, en esta ocasión dio su animalidad, despojándose de tal forma de los instintos e impulsos básicos, pero resaltando su poder de raciocinio increíblemente. Ese año también lo pasó feliz y enamorado de su amada. 

Transcurrido el año, volvió la muerte a exigir el raciocinio de hombre, haciéndolo ahora un ente muy básico, apenas vivo, autómata, pero lleno de amor porque aún tenía su corazón, y vaya si era grande y bueno. Ese año fue duro para su amada, aunque no menos feliz a su manera. 

En su siguiente visita, sin preguntar ni plantear ninguna situación, la muerte le arrebató el corazón al joven, pues ahora ella se sentía incompleta. Y en el momento en que aquél corazón penetró el casi vivo y casi humano cuerpo de la muerte sucedió algo increíble. Era tanto su amor que una vez adentro sintió cada cosa que sentía aquél humano, y se dejó seducir por aquellas… El corazón, el raciocinio, la animalidad y el alma de un hombre sobre la muerte vencieron, ya no era más muerte ni menos él mismo. Dotado de una reencarnación entró en su casa, escondió su antiguo cuerpo –el actual era igual– y siguió el transcurso de su amor otra y otra vez.

viernes, 31 de julio de 2015

Después de leer Werther

En el año 2007 comencé a leerlo, venía solamente el libro primero en la antología de textos que llevábamos durante la preparatoria. Desde el primer momento fue un libro que me cautivó, digamos que estaba destinada a identificarme con Werther, con su desamor, ¡con su concepción del amor!, incluso con muchas de sus reflexiones sobre la vida humana. Es una historia cautivante de principio a fin, vívida, desgarradora. Cuando comencé con su lectura ya sabía el final, la maestra no podía dejar de arruinarlo, sin embargo, por más que conocemos el desenlace de una historia nos sigue intrigando el desarrollo, claro que sí, y más aún en una historia como esta, donde la pregunta que nos atormenta en todo momento, que ansía ser contestada es: ¿por qué se suicida Werther?

El desamor nunca es suficiente razón para el suicidio por sí sola, incluso para Werther aplicó esto. El autor narra cómo fue apoderándose de su personaje todas las desventuras de su vida, sus fracasos, su tendencia hacia el suicidio –pues reflexionaba ampliamente sobre él–. Era como si estuviera dentro de sus posibilidades desde siempre, al final lo justifica como un retorno al creador, a su Dios, a su Padre que lo esperará con los brazos abiertos. 

No dejo de pensar que es un arma de doble filo, por un lado es una de las obras más sublimes que he leído y el amor así plasmado sobrepasaría las expectativas de cualquiera, sin embargo, y por otro lado, es como un manual que justifica e incentiva el suicidio de los corazones más puros a quienes la vida les es particularmente difícil. He de aceptarlo, es una novela sublime, extraordinaria, habla de la originalidad del autor y su autenticidad, pero un corazón tan sensible puede sucumbir ante argumentos como aquéllos. Por ejemplo, hace alusión a las limitaciones del hombre, que todos podemos soportar cierto grado de tristeza, de alegría o de desilusión, pero que una vez sobrepasado el umbral, el hombre termina por consumirse como lo pudiera hacer por una fiebre. 

Ahora viene lo bueno, lo que me pareció el colmo del desconsuelo. Todos nos hacemos a la idea de que Werther morirá antes siquiera de abrir el libro, y podemos tenerle consideración, lo leemos con avidez y simpatía, yo creo que lo más que podemos sentir por él es compasión, todo bien, todo normal, ¡hasta que llegas a enterarte que Charlotte le corresponde! El corazón más puro del Universo tuvo que sacrificarse porque supuestamente su amor jamás podría ser correspondido, ¡pero lo fue! ¡Lo era! Y bueno, al final lo sabe, pero es cuando entra la imposibilidad social, circunstancial, moral, y demás. Si una persona pudiera guiarse solamente por el amor no habría tanto desmadre, tanto sufrimiento. 

¿Cuántas veces no hemos escuchado eso de “el amor no es suficiente”? ¿Qué es suficiente entonces? ¿Sólo si se tiene amor, dinero y un montón de circunstancias sociales compartidas es posible compartir una vida? ¡Bitch please! He aquí un auténtico romántico: yo. 

Por si fuera poco todo lo anterior, terminas enterándote que la novela se recreó a base de dos historias verídicas: el enamoramiento de Goethe por Charlotte Buff; y el suicidio de Karl Wilhelm Jerusalem –conocido del autor– que se dio un tiro en la cabeza al no soportar el peso del amor imposible que sentía por Elisabeth Herd, una mujer casada.

Finalmente me pongo a pensar en mí, más que nada en el tiempo que ha pasado desde la prepa, cuando leí una parte del libro. En ese entonces tendía a la perfección –si es que puede haber perfección humana alguna vez, era más que nada una imagen de perfección cuadrada la que tenía–, leía demasiado, estudiaba demasiado, quería comerme al mundo y obtener un premio Nobel. ¿Y ahora qué? Tengo trastorno depresivo mayor, me suspendieron de la facultad por no presentar Ética y Antropología (materias de la “Formación General Universitaria”, que en opinión de la mayoría de los estudiantes no sirven para nada), apenas si leo cosas referentes a mi carrera, apenas mi corazón puede sentir algo que no sea como el hierro quemando la carne… Y sin embargo estoy bien, soy la persona más lista que conozco, también la que tiene menor inteligencia emocional, pero eso no detendrá mis pulmones, mi cerebro, o mi corazón. Seguiré viviendo para ver la ironía de mi vida, que todos mis compañeros hacen parecer sus vidas como las más fáciles de vivir, mientras yo no sé qué hacer de la mía, ni cómo apagar esa chispa de hiperracionalidad que se me otorgó, ni ese “océano de fuego” que es mi amor. En fin, quizá algún día pueda compartirles que hice algo válido para las personas de este planeta, por lo pronto no soy más que un reflejo de Werther, ese hombre que dilapidaba su dinero, su intelecto, su vida, y su amor en una sola mujer pues:
“Todo es pasajero, todo perece, pero ni la misma eternidad puede destruir la ardiente vida que ayer recogí en sus labios y que siento dentro de mí.”

martes, 28 de julio de 2015

miércoles, 22 de julio de 2015

"Todavía no hay seudónimo":

Mi amigo, hace ya siete años que sé de tu existencia... La bizarra vida me ha empujado a escribirte hoy, cuando -podría decirse casi que por casualidad, pero no afirmarse del todo porque estar grifa no es una casualidad precisamente- me topé un correo que escribiste para mí una vez, bastante bueno, primero era muy noble, luego muy explícito, luego casi elocuente.

En él discutíamos nuestro común asunto, o al menos el más evidente, la cosa era que delirábamos por la misma mujer -este es el momento en que quizá tú me vuelvas a decir que tus sentimientos miran hacia el universo o una cosa así-, pero ambos veíamos su sonrisa cautivante, su labial rogando un espacio entre sus dientes perfectos, su hermosa figura, su simetría en el rostro, y, una de las cosas más importantes: la alegría tremenda que irradiaba su presencia, su buen aura, como le gustes llamar.

En dicho correo decías un poco desanimado que ella estaba conmigo y no contigo, pero con una dignidad impresionante... al fin, después de 7 años puedo mirarlo de tal manera, sin que me empañen los ojos mis celos enfermizos. No encuentro una sola línea que me hiera o que pudiera haberlo hecho en su momento, aunque como lo dije antes, sólo hasta este momento lo aprecio.

Después decías estar contento por la relación que yo tenía con esa mujer, diseñada por el mismísimo demonio con afán de seducir a cuanto mortal se atreviera a posar sus ojos sobre ella, así de terriblemente encantadora me debía parecer. Mientras, yo miraba con recelo cualquier actitud tuya, que casi siempre demostraba ser positiva para conmigo, ¡incluso para conmigo que te odiaba sin razón! Ahora sé que odiar no es la palabra correcta para denominar eso que me inspirabas, quizá sólo fuera miedo.

La razón de estas palabras, la dirección de éste orden de letras va destinada a contarte la ironía más triste de mi vida, y es que: ¡ahora no tengo la fortuna de estar junto a esa mujer porque está con alguien que me recuerda a ti! Y créeme que no es halagador, porque al menos tú eras mi rival en el sentido nietszcheano mientras a él no lo saco de bufón, equivocada o no esa es mi impresión.

Ahora que leo aquéllas palabras sinceras tuyas pienso que... no sé ni lo que pienso, he perdido el hilo. Sólo me resta esperar que el destino -realmente no creo en el destino- confluya otra vez sobre nosotros y poder compartir una jarra de cerveza en pro de los buenos tiempos, de esa historia que me cuento y que no sé si es verdad.

FAVR

"Frankenstein" o "El moderno prometeo"

Sin lugar a dudas uno de los mejores libros que he tenido la fortuna de leer. Las razones:

-La forma y estilo literario de la autora (Mary W. Shelley).
-Los profundos razonamientos que de su lectura resultan. 
-La historia original, incluso para esta época.
-Las sublimes motivaciones intelectuales de Victor Frankenstein, así como su elocuente discurso. 
-La intriga final de no saber quién es más responsable de todo el desmadre acaecido. 
-El monstruo de Frankenstein es el villano amado y odiado, cuya elocuencia descorazona algunas veces y otras despierta recelo. 


[Aquí inicia el spoiler]


La primera sorpresa que me llevé al comenzar a leer Frankenstein fue la maravillosa forma de narrar de Mary W. Shelley, la elocuencia de sus palabras, así como la precisión al utilizarlas. La lectura desde las primeras páginas se da con una fluidez sorprendente y la narración siempre resulta intrigante. A todo lo anterior se le suman las profusas reflexiones filosóficas del texto. 

Lo segundo que me llamó la atención -y lo que francamente me conquistó-, fueron las motivaciones científicas de Victor Frankenstein, esa ansia desmedida por adquirir los conocimientos científicos que explicaran todo lo sensible, lo tangible. Inicialmente su entusiasmo es contagiado por las ideas de Cornelius Agrippa, Paracelsus y Albertus Magnus, dándose cuenta después del atraso científico de los mismos, que sin embargo no tiene mella en su ya desmedida ansia de conocimiento. Cuando acude a la Univerrsidad le corrigen el camino, estudia la física moderna y la química, dándose cuenta de que todo lo que pretendían conocer los personajes que lo inspiraron (el elixir de la vida, la piedra filosofal) es finalmente desacreditado por la ciencia moderna. Para ello hay una cita increíble:
"(...) Además, sentía desprecio por los fines de la física moderna. Era diferente cuando los maestros de la ciencia buscaban la inmortalidad y el poder, pretensión loable aunque inútil. La ambición del investigador parecía limitarse a destruir las visiones en que se fundaba principalmente mi interés en la ciencia. Se me pedía que cambiara ideas quiméricas, de grandeza sin límites, por realidades de poco valor." p.42
Frankenstein tenía aspiraciones a lo grande, quería hacer algo que la humanidad aplaudiera, que resolviera alguno de sus grandes problemas como la cura de las enfermedades, y es por ello que se inclinó al estudio de la fisiología humana. Llegó a comprender a la perfección la mecánica y estructura del cuerpo para finalmente crear uno desde el principio, o lo más parecido a ello, pues lo que logró fue dotar de vida a un cuerpo inerte, al cual construyó pieza por pieza colectando huesos y órganos de cadáveres. Decidió hacerlo a lo grande, literalmente, pues el monstruo medía 2.4m y estaba destinado a ser mejor por ello, al menos en su funcionamiento, resistencia (al calor y frío) y agilidad.

Con esto termina la autora de explicar la naturaleza del monstruo. Lo que es un arte -porque verdaderamente me impactó-, es que jamás hace alusión al proceso de creación o dotación de vida en sí que se le da a la criatura, sin por ello darle menos crédito a la veracidad del relato, es decir, el misterio de la creación del monstruo es incluso argumentado por el temor que tenía Victor Frankenstein a revelarlo y que se repitieran todas las desventuras que él sufrió. Esto me recuerda lo que decía García Márquez en su taller de creación literaria -que pude conocer gracias al libro Como se cuenta un cuento-: lo importante de una historia es que el lector se la crea.

Cuando realiza por fin su creación, Frankenstein se arrepiente del logro al ver lo horripilante de su criatura -al que describe como más feo que si fuera una momia viva-, huye del lugar y lo abandona a su suerte. No es mi intención hacer una sinopsis detallada, lo demás es una historia tan entretenida que no le haría justicia un breve resumen aquí expuesto, sin embargo, para resaltar los puntos interesantes he de mencionar lo que sucedió.

El monstruo sufre por el desprecio de su creador y de cuanto ser humano se encuentra en el camino, amoldando así su personalidad y su capacidad de respuesta a las distintas emociones que experimenta. Después de tanto sufrimiento decide vengarse de su creador y asesina a su hermano pequeño, pero le ofrece posteriormente una salvación: que le haga una compañera con quien pasar el resto de sus días, o que de lo contrario sufra desmedidamente. 

Al principio Frankenstein accede después de de escuchar los pesares del monstruo, mas al paso del tiempo reflexiona que la humanidad no debe soportar la carga de dos monstruos asesinos y rompe la promesa de crear la compañera de su criatura. Esto sólo desata dolor de ambos lados, el monstruo asesina a todos los seres queridos de Frankenstein y éste jura venganza persiguiéndolo hasta la muerte. 

El final es épico y sumamente emotivo, pues el monstruo acude a donde se encontraba el cuerpo inerte de su creador, ahí se encontraba también el último amigo de Victor Frankenstein, con quien tiene una discusión... Al final hay una escena donde el monstruo da un monólogo en el cual explica que su creador no ha sufrido ni una centésima parte de lo que él pasó, y se resuelve a morir en el polo Norte, pues sólo la muerte lo hará feliz. Finalmente, les dejo la reflexión con una última cita:

"Mi corazón estaba preparado para responder al amor y a la simpatía y, cuando me vi arrastrado al mal y al odio, el corazón mío soportó ese cambio con torturas que usted no puede imaginar." p.192

miércoles, 1 de julio de 2015

Me casé

El día de hoy tuve un sueño como ninguno, insufló mi apachurrado corazón, me llenó de endorfinas y me dejó una impresión que aún ahora no puedo controlar, por ello lo quiero plasmar. 

Me encontraba en el internado, un lugar del cual por más que intento no puedo salir -bueno, físicamente al menos ya la libré-, estaba haciendo nada, probablemente tratando de no sentirme mal y apreciando el escenario, porque por lo menos me gustaba bastante la arquitectura de aquél lugar. 
Pasado un tiempo no me di cuenta que conocí a una mujer, yo tenía la misma edad que ahora, y ella debió rondar los 20. Era tremendamente hermosa, pelirroja, blanca, delgada, ojos negros, un poco más alta que yo... Físicamente era irresistible, razón por la cual no perdí el tiempo y entablamos conversación, me contó que tenía problemas psicológicos, que tenía problemas con el abandono. Era bastante tímida, al expresarse se notaba cierta tristeza, no recuerdo si tartamudeaba, pero sí hablaba bastante pausado. En conjunto inspiraba tanta ternura que contrastaba todo lo demás que yo pudiera sentir por ella, como atracción física, en realidad era muy extraño, quererla proteger y quererla besar a la vez.

Luego pasó lo bueno, después de un tiempo le dije que yo no la dejaría jamás, a lo que ella respondió con una pregunta: "¿nos vamos a casar?". Y yo por supuesto que acepté. En seguida apareció lo bizarro, íbamos caminando del brazo y de repente me detuvo, estábamos frente a la iglesia y ya estaba el juez frente a nosotros, algunos testigos, en fin... ¡me casé! No sin cierto desconcierto, pero a plena consciencia y con el corazón lo más contento del mundo, porque había encontrado a la mujer perfecta: hermosa, sensible, que me necesitara -en el sentido de que quisiera compartir su vida conmigo-, ¡pero qué va, si era muy hermosa y cariñosa!

Es verdad, también la besé y nos pasamos acarameladas todo el tiempo que se pudo, fui muy feliz, hasta que apareció quien yo creo es el amor de mi vida. En ese momento no me encontraba con mi esposa -qué raro decirlo-, pero se lo oculté, no le dije que estaba casada pues no podía renunciar al amor verdadero, a todas esas cosas que ella me hace sentir, más que físicas tan profundas que jamás entenderé. Así que tuve una doble vida. Cuando por fin llegué con mi esposa me estaba esperando, sus ojos reflejaban tanta ternura e inocencia que me rendí ante todo eso y fue entonces cuando supe que probablemente algún día me casaré. 

domingo, 28 de junio de 2015

Gregorio:

Te llevaste lo que más quería, es la única razón por la que te tengo en consideración en mi estúpida y banal vida. Quisiera que sepas que me lo arrebataste de la peor manera, quizá en el peor momento... pero te lo perdono. Te perdono incluso tu existencia, tu insipidez, todo en absoluto... Espero que aproveches tu oportunidad, que seas feliz de la manera tan sublime en que yo lo fui, porque es lo mejor que me ha pasado en la vida y probablemente lo mejor que pase en la tuya si lo sabes apreciar.

Amo a esa mujer Gregorio, más de lo que puedes querer a tus padres o tu vida misma, por eso quiero que la hagas feliz, aunque en el fondo de mi romántico corazón lo dudo, así que al menos te pediré que la hagas feliz por el segundo de vida que ella quiera prestarte, ¡porque es única! Porque involucra todo de mí, porque quisiera que dejara de existir todo lo que Realmente existe, menos ella, esa hermosa mujer sensible que perdí y tú te llevaste.

La extraño cada momento en que tú estás con ella, incluso cuando no estás, pero está pensando en ti en vez de mí. Te debo perdonar, es el destino, y a ella no tengo qué perdonarle porque la amo como mi propia Diosa Coronada, como Charles a Madame Bovary, como sólo Francisca puede amar a... a ella. Sin embargo, en caso que no pudieras, te lo ruego, déjala seguir, deja que su corazón aventurero siga el camino que su cabeza a trazado para sí misma, aunque jamás intersecte con el mío, pues en el mejor de los casos somos compañeros del mismo embrujo y el mismo dolor.

Nada más. sólo me importa ella.

viernes, 19 de junio de 2015

Soy un cactus


Soy tu cactus
Dime que un día pierdes la cabeza por mí,
como yo todos los días pensando en ti,
como luego de soñarte amándome,
como luego que tengo que consolarme.
Porque llevas contigo cada gramo de mi amor,
y yo cargo por ti tanto dolor,
cargo rabia y celos infinitos,
cargo un BigBang en mi interior.
Ya no te tengo un altar, te miro crudamente,
sé que te quiero y sé que es un campo estéril,
que soy como el cactus que te regalé
que me puedes echar agua quizá, alguna vez...
Sin embargo, si no lo haces no me muero,
ni se muere lo que siento, ni transmuta,
todas las palabras del mundo son mentiras,
jamás algo te dirá lo que mi frecuencia cardíaca,
o lo que mis niveles de serotonina,
o lo que mis desvelos y llantos,
o lo que me grita "¿Por qué te quiero tanto?".
Soy tu cactus, así de simple en apariencia,
Soy tu cactus desértico, sin amor...
Soy tu cactus, pero muy tuyo sin condición.

lunes, 8 de junio de 2015

Anécdota estúpida y desconcertante #1

Nasty

Cierta ocasión se corrió el chisme más increíble entre mis compañeras internas. Había que verlo, algo sensacional, jamás antes visto, nunca pensado, jamás olfateado, jamás fuera de sitio -salvo en aquélla ocasión -.

“Vamos a la lavandería”, decían corriendo unas tras de otras gritando burlonamente, engrandeciendo aún más el misterio. Y así llegamos las primeras del grupo para admirarlo en todo su esplendor: Un mojón fresco, café y de tamaño mediano (algunos 7cm) junto a la lavadora.

Jamás podrá describirse el impacto que tuvo sobre las otras niñas, nadie se atrevió a culpar a nadie, pero todas peleaban por ser la primera en informarle a la monja. Al final del día nadie supo quién lo hizo, pero fue justo antes de que comenzara la misa. Jamás subestimes las artimañas de una mujer de Dios.

La mecánica para conocer la culpable fue una de esas, la “madre Hilda” –como la llamábamos- nos dio a todas las internas un palillo de dientes antes de entrar a la misa, jurando que Jesús haría más pequeño el palillo de la culpable, descubriéndola ante todas al final de la eucaristía. Y así sucedió, pues la niña que no se pudo aguantar le trozó un pedazo a su palillo en su grandiosa ingenuidad. Para nadie fue una sorpresa puesto que su hermana también tenía un historial “nasty”, que dará ocasión para otra de mis historias estúpidas y desconcertantes.

Anécdota estúpida y desconcertante #2

Son of a bitch 

Ese día nos llevaban al Jungle Jim, una bola de jóvenes estudiantes, o quizá sólo jóvenes entusiastas que hacían caridad por las supuestas huérfanas. Cada uno de ellos se encargaba de divertir a una de ellas, supongo que se habían organizado antes del evento, era bueno que se repartieran la responsabilidad pues había juegos a los que costaba entrar, y en tal caso, el joven tendría que pagar de su bolsillo para que su niña tuviera acceso.

Yo no fui una de las afortunadas que les pagaron, pero poco me importaba, yo comía mocos. El grupo con el que me juntaba solían atribuirme virtudes que no me correspondían, entre ellas el saber otro idioma: francés. Por supuesto que corregí a mi compañero encargado, aunque fuera innecesario, después de todo, ¿cómo una niña aparentemente huérfana sabría francés? Así que se decidió a hacer una obra de caridad, la más sutil, la más pura, la que le salió del alma… Me enseñaría una frase en francés, la frase “Hola, ¿cómo estás?” que correspondía a “son of a bitch”, me hizo repetirla tantas veces hasta que la aprendiera. Desde entonces valoro la trolleada más épica de la historia. Fin.

Anécdota estúpida y desconcertante #3

El libro
Por Santiago Reyes

Nada novedoso se podía esperar de una tarde calurosa en Monterrey. El camión por fin llegó a donde esperábamos y nos apuramos a tocar el timbre, ahí estábamos, frente a la tienda de libros usados que se promocionaba más por carteles de copias a bajo precio. Entramos en busca de ofertas y estaba con toda su majestuosidad una mesa atiborrada de libros. Un cartel maltrecho nos decía que cada ejemplar valía sólo 5 pesos. 

Mientras buscábamos, un viejo malhumorado hacía girones las pilas de libros y al fin lo obtuvo… un libro doblado y goteante, lo levantó hacia el vendedor «¿De verdad usted cree que este libro vale 5 pesos? Por favor, tome este peso y vea usted que soy considerado». Y lanzó despreocupadamente la moneda a la cara del vendedor.

Anécdota estúpida y desconcertante #4

El pavorreal                                 
Por Santiago Reyes

El apetito casi ya no se abre para el limitado catálogo de la cafetería, por eso es que era receso y no nos conmovía ni un poco. Era tanto mi desagrado que sólo mi amigo compró una pizza desabrida, abrió el paquete rápidamente y rasgó un pedazo. Hasta este punto no advertíamos que nos rondaba peligro alguno, así que continuamos conversando sobre la levedad del Ser y otros temas filosóficos, entre ellos discutimos a gritos acerca de lo oligarcas que eran los tres sabios de Grecia; sobre cómo Santo Tomás de Aquino y George Berkeley se sacaban de la manga la carta de Dios para cada fisura en su sistema de pensamiento; sobre si realmente vale la pena zambullirse en las mujeres bajo riesgo de contraer sífilis como Nietzsche; y que nada bueno se podía esperar de alguien que tiene un ojo en el Ser y uno en el Universo como Satré. 

Entonces las discrepancias nos abordaron, lo que causó que me empujara con su hombro, alejando de sí lo que le restaba de pizza. Y sucedió. Un aletazo resonó y el majestuoso pavorreal voló cual águila un metro, arrebatándole la pizza de un picotazo y se fue sin voltear atrás, contoneándose por su gran logro.

martes, 26 de mayo de 2015

Vida bizarra

En el transcurso de lo que llevo este blog he dicho en bastantes ocasiones: la vida es bizarra. Suena algo ocioso, es decir, más de uno concordará conmigo, y si lo digo tantas veces es porque jamás deja de sorprenderme el rumbo tan inesperado que toman las cosas, las vidas de los demás y sobre todo la mía.

Esta semana he descubierto dos cosas: una la influencia de la autoridad y la firmeza; y dos, que puedes vivir sin que te importe absolutamente nada, tirándote a la nada, escurriéndote entre las grietas del sistema opresivo y la sociedad abrumadora. La primera no tiene tanta gracia, sólo que un día regañé a mi sobrina de la misma forma que me regañaron a mí durante mi infancia y reconocí en su rostro el mismo miedo que experimenté tantas veces, se sintió bien jaja, pero fue raro, si lo hice fue porque torturó a mi gata. Suficiente motivo para mí. Lo que rescato fue el impacto que tienen este tipo de actitudes de los adultos para con los niños, al final son cosas que marcan a las personas.

La segunda es espectacular. He descubierto que poco me importa lo que suceda en la vida, no sé cómo explicarlo, es como si mi manera de percibirla fuera bastante cómica. Ejemplo de ello fue hace unos días, estaba tomando cerveza en mi casa, tranquilamente, me sentía bastante drogada por el medicamento también, pero estaba bien, se siente bien evadirse. Luego llega mi hermano y regaña a su novia por estar tomando cerveza conmigo, aunque en realidad sólo es un amargado que quiere fregar, posteriormente dice que le va a "meter un putazo" como me lo dio a mí hace unos 6 años. Le pedí que no se burlara. Se burló. Entonces le aventé un vaso de vidrio y al golpear contra el suelo se incrustaron en su piel los pequeños fragmentos, ¡me burlé! Mi madre amenazó con llamar a la policía y demás, a lo que yo respondí "como si me importara lo que fuera a suceder con mi vida...". Por supuesto que no llamó.

Ya sé que no soy un ejemplo para nada. Lo que quería transmitir -otra vez- es eso de lo cual no se cansaba al repetir Arthur Conan Doyle: la vida es más bizarra que la ficción. Y eso es mucho decir viniendo de él, por las historias tan raras que se sacaba. Son las narraciones de ficción con la trama más atrayente que he leído jamás, eso sin contar con que Sherlock Holmes denota una inteligencia superior por parte de su autor.

En fin, estos últimos días han sido un paraíso para mí pese a todo, pese a que traigo una faringitis nivel dios, pese a mis decepciones amorosas, pese a que soy bagre. Intelectualmente hablando he madurado y me encanta gastarme el día entero leyendo o escribiendo cuentos. La vida es bizarra y cada instante lo único que tenemos es ése mismo instante.

jueves, 21 de mayo de 2015

Crónicas homosexuales de una beoda

Mujeres
Creo que de la primera que me enamoré verdaderamente fue de Graciela, era una niña hermosa, con una sonrisa inigualable y hoyuelos que la magnificaban. Era un poco extraña, le gustaba hacerle un poco al papel de batillo, me mandaba mensajes con una amiga, cuando salíamos de paseo -recuerdo bastante bien una escena en el museo- me tomaba de la mano y así caminábamos por todo el recorrido. Yo quería explotar de emoción, o no sé qué era que me invadía el pecho y se sentía terriblemente bien, aunque aplastante.


Continuamente me dejaba de hablar porque le provocaban celos mi amistad con otras mujeres y eso causaba dos reacciones en mí, las cuales hasta el día de hoy siguen rigiendo mi patética vida amorosa: placer o vanidad por ser celada y provocar precisamente ello. Posteriormente se contentaba, claro, por medio de una amiga, y andábamos como noviecillas precoces de nuevo. Solía tomarme de la cintura colocándose detrás de mí, ya dije que era un poco masculino su comportamiento. ¡Pero me hacía tan jodidamente feliz! Porque creo que hasta entonces era la primera persona que me demostraba afecto más allá de lo físico, me regalaba su tiempo, sus besos y abrazos.


Después me entusiasmé con otras niñas y la dejé esperando las sobras de mi atención, ninguna de las otras vale la pena la mención porque fueron cosas pasajeras y en su conjunto no enamoraban mi sensibilidad.
Hasta que llegó Marlene y me perdí. Era una niña igual o más hermosa que Graciela, lo cierto es que físicamente eran bastante distintas, Marlene era blanca y de ojos algo claros, simétrica, con sonrisa poco particular pero no por ello pasaba desapercibida.
Creo que el encanto de esa mujer residía en su capacidad para manejar el amor de los demás, además de su físico, claro está. La conocí durante un incidente demasiado estúpido, y fue que cuando se daba la repartición de ropa le cayó una prenda interior a otra niña y ambas nos reímos de manera tal que terminamos mirándonos fijamente. Fue como una presentación ineludible, mágica, un "me gustas" con las ojos.


Creo que ahí comenzó mi perdición por las mujeres, ¡demonios! Pareciera que no soy de este planeta cuando me encuentro en este tipo de situaciones. La mayor parte del tiempo me la pasaba con Marlene, jugueteábamos durante el día, platicábamos, nos mirábamos furtiva o descaradamente, éramos dos en uno. Sin embargo, durante la noche era todo un bloque de hielo y sólo hasta el siguiente día podría aspirar a un poco de su anhelado amor.
Recuerdo dos incidentes con ella. El primero sucedió en el baño, un día la perseguí por todo el internado hasta que se encerró en el baño y me las ingenié para entrar, entonces me pegó contra la pared y me colocó las manos hacia arriba. Hubiera dado el alma porque me besara, pero sólo corrimos de allí. El segundo fue cuando salimos de paseo y me tomó de la mano durante el transcurso, era diabólicamente encantadora y hermosa, ¿cómo puede alguien abstenerse a morir de amor en un instante?


Luego salió del internado y me dejó de hablar, pero ni un sólo día que pudo me quitó la vista de encima, y podría jurar pese a que le rogué innumerables veces que me hablara y nunca lo hizo, que ella sentía lo mismo por mí. Soñaba con ella tantos y tantos días que pensé que jamás la sacaría de mi cabeza, estaba celosa de todo el que se acercara a ella, soy una maniática, pero acabó. Duró creo que tres años el encanto.


Hasta que conocí a la mayor historia de amor concebible, es como un cuento, pero creo que sólo sucedió en mi cabeza... Esta tercera mujer -de la cual hablaré posteriormente- me enamoró de manera tal que hizo que cambiara muchísimas cosas. Creo que la amé. Creo que aún la quiero, aunque las circunstancias no se cansen de separarnos.


Luego seguiré con mis crónicas homosexuales.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Who cares?

Alguna vez me dijo la chava que me gustaba que un tipo casi la seduce hablándole de la teoría cuántica y esas cosas, yo sé poco sobre ello, aún cuando veo esporádicamente documentales sobre el Universo y tengo un telescopio con el cual he observado más de lo que alguna vez vería. Me pareció curioso y me dio "justo en el kokoro" como dicen los distintos memes sobre ello. ¿Por qué? Porque la seduje previamente con mis conocimientos literarios pese a que jamás me dio el sí a nada... Había un pequeñísimo detalle en mi conformación: soy una chica. 

Esta mujer era fabulosa, realmente me gustaba mucho, su cara, su porte, su personalidad, su voz, todo en conjunto habría hecho que yo dejara todo cuanto amaba. Sin embargo, siempre tenemos al gran señor de los cielos -el verdadero "señor de los cielos"- que dice que no se puede querer a personas del mismo sexo, esa ha sido mi desgracia innumerables veces, pese a que reconoció que yo era encantadora.

Y lo escribo aquí porque estoy ebria y es mi blog.Y de cierta forma estoy hasta la madre de que siempre me gusten personas que jamás me van a querer, lo que mundanamente se denominan "bugas". A veces -sobre todo en estos días- he pensado que me gustan todas las mujeres, no lo sé, estoy loca, estoy ebria, ¡estoy dopada! Pero "who cares?". Soy una loca muy intensa, o muy romántica, muy lista, muy frustrada. Tengo el corazón roto.

Luego pienso que ¿cómo me van a gustar todas las mujeres? Me gustan del tipo de Katy Perry, o Ximena Sariñana, o algunas rucas de novelas patéticas que tienen ojos azules, tez blanca y pelo negro. Pero nunca tendré una de esas, o quién sabe, a lo mejor me compro una como dice la canción "gastaré toda mi vida en comprar la tuya...". También me gustan las listas, las que son extremadamente listas -o al menos arriba del promedio, porque un IQ impresionante raramente se encuentra-. Me encanta la gente sensible, pero demonios, soy superficial. 

La mujer perfecta es una combinación de todo eso, es como una idea platónica de la mujer perfecta, y tan platónica es como que no existe. Ni siquiera sé por qué soy así, así de superficial, así de necesitada de amor y así de sensible ante la belleza... Sin embargo, soy una buena persona y ahora mismo me gusta otra buena persona que indudablemente está dentro de mis estándares de belleza, ¡soy perversa! But who cares?

También soy extremadamente sensible, pregúntenselo... pregúntenselo a ustedes mismos si me conocen. En fin, seguiré despilfarrando mis escasos recursos y dilapidando el tiempo de mi vida en estupideces trascendentes e intrascendentes. Ya me voy. Ya me fui. 


domingo, 17 de mayo de 2015

No pude evitarlo

Ojalá me quisiera de la manera en que lo hago yo... Porque es hermosa y me ha cautivado desde el instante mismo en que la miré por primera vez.

No pude evitarlo, ver su simetría, su tez, su sonrisa inocente, el cuerpo perfectamente delineado.

No pude evitarlo, que me resultara terriblemente encantadora al sonido de su voz, al movimiento de su cuerpo, a cada uno de sus gestos.

No pude evitarlo, el que me sedujera la idea de pertenecer a su realidad inmediata, que su sensibilidad tocara a mi puerta y yo impaciente la invitara a pasar, a quedarse conmigo.

No pude y no puedo evitar decirle de todas las formas que creo posibles que estoy aquí, completamente idiota, aprendiendo todo lo que me cuenta, deseando todo el tiempo hablar con ella por cualquier medio.

¡Porque me encanta! Porque es irresistible y en este breve lapso de tiempo se ha apoderado de mis sueños y mis desvelos.

Y al final no puedo evitar querer mostrarle que me tiene en sus manos, y precisamente en ellas me quiero quedar.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Hay días que deliras...

Hay veces que te gustaría sacar a alguien de su realidad. Detenerla del incesante rodar de la sucesión de eventos para decirle: te amo de la manera más absurda y poco racional posible.

Te amo y me enamora cada nimiedad proveniente de ti. Me encanta tu sonrisa y la manera en que la vida y el tiempo no inciden si se trata de ti. Me encanta lo absurdo que me parece cada cosa que siento, que sin embargo es lo más profundo que encontrarás si sondeas en mí.

Me encanta que robes cada instante, que lo conviertas en una prolongación tuya, porque coexistes en este Ser, éste que no sabe cómo ponerte las cosas más claras sin tocar la sensibilidad inmediata de tu persona.

Adoro tu vanidad y esa curiosidad por escuchar mis disparates. Cuando me abres una ventana y permites que exponga mis apreciaciones haces que me sienta... No inmensamente feliz, la felicidad es un asunto trillado, me haces explotar o implotar, o una reacción paradójica que hace que nadie pueda creer en mi sensatez.

Y hay días en que no puedo sobrellevar la impaciencia que me da no estar contigo, en un sentido estricto, hablando mis irrelevancias, escondiéndome tras una charla sin sentido con el sólo objeto de mirarte.

martes, 5 de mayo de 2015

En busca de la inmortalidad. ¿Para qué ser inmortal?

El presente escrito pretende contestar las siguientes preguntas: ¿Qué valor podría tener la vida si fuera eterna?, ¿Qué sentido tiene nuestra vida temporal?

1. Si la vida fuera eterna para un ser humano como el que hoy conocemos, probablemente nos llevaríamos la sorpresa de que ya no somos más seres humanos. Básicamente sería una especie de evolución forjada por aquéllos individuos mayormente favorecidos por la selección natural en un sentido intelectual. La solución, como piensan algunos científicos, es erradicar el envejecimiento o curarlo. El meollo del asunto está en cómo y desde qué nivel biológico hay que intervenir en el organismo para lograr dicho objetivo. En cierto artículo1 leí  que era más factible que esto se diera a nivel celular y molecular, pues cuanto más descendemos en la escala biológica mayor dificultad implica.

Partiendo de que el humano ya no será más humano, ¿quién puede predecir sus prioridades, anhelos, forma de pensar o procesar? Quizá en el proceso de transformación estos seres pierdan el lado emocional de la especie, el cual como dice Desmond Morris en su libro "El mono desnudo", es un mecanismo evolutivo que nos permitió el desarrollo y la preservación de la misma.

Y todo lo anterior se hace en pro de cierto fin: darle tiempo a estos seres -hasta ahora temporales- de buscar las respuestas que desde tiempos inmemoriales les han sido negadas. Sacarnos del tormento de lo desconocido o morir en el intento, sólo eso tiene sentido desde mi punto de vista, porque puedo andar flotando por la vida cual hoja al viento, puedo vivir como los otros me dicen, sin embargo, ¿me quedaré esperando a morir para ver si entonces me llegan las respuestas?, ¿jugaré en una Realidad cuyas reglas desconozco?

"La Realidad es una ilusión, pero una muy persistente"... Si no se persigue la verdad -aun si se muere en el intento- siento que el tiempo nos desvanece.

2. Nuestra libertad está limitada precisamente por nuestros límites, válgame la redundancia. Estamos aquí físicamente hablando -y para algunos espiritualmente también- y a partir de ello podemos decidir nuestro actuar y forma de pensar. En palabras más simples: podemos hacer de nuestra vida un papalote. Algunos querrán solamente vivir el momento, otros apegarse a una doctrina religiosa confiando que somos parte del plan de Dios, otros quizá jamás lleguen a preguntarse cuál es el sentido de este desmadre de vida, y todas las combinaciones y opciones posibles...

Todo es válido, porque todos somos libres dentro de nuestros límites, cualquiera elige su concepción del mundo, de la Realidad y consecuentemente su manera de vivir. El sentido de la vida es el que nos plazca, haremos lo que nos plazca.

En lo personal, el sentido de mi vida es la búsqueda de quiénes somos (materialmente, biológicamente, espiritualmente quizá), de dónde venimos y a dónde vamos. Como ya lo he dicho innumerables veces, esto es un proyecto muy ambicioso, el cual sólo podríamos llevar a cabo siendo inmortales y aprovechando todo ese tiempo que se pretende ganar en CONOCER.

He de aclarar en este punto que la búsqueda insaciable de respuestas no está peleada con la consecución de la felicidad y los placeres de la vida, estamos dentro de un cuerpo que tiene emociones y sentimientos que anhelan ser saciados, y de no ser así, lo único que pudiéramos esperar sería dolor y frustración. El dolor puede matarnos cuando es muy intenso, puede arrebatarnos las ganas de todo y llevarnos al suicidio, cosa que sería más que contraproducente. Asi es que hay que manejarlo de la mejor manera y por ello no se debe renunciar a la vida en sociedad o la vida personal. Podemos tenerlo todo, no tener nada, o tener solamente lo que toque a nuestra puerta. La gran elección de la vida.

sábado, 2 de mayo de 2015

Amores de literatura o ilusiones de amor

Tantas negativas y desamores escaldan hasta el alma más ecuánime. Por ahí leí una cita que decía que el amor era lo más cercano que podías estar a "no estar solo". Ahora debo reconocer que el amor no llega cuando uno quiere y menos si lo único que se busca es no sentirse desolado.

Sin embargo, el placer se encuentra con bastante frecuencia -como dice Dorian Gray-, y uno de esos placeres precisamente es la ilusión del amor, vaga, imprecisa, una mentirosa seductora. Es encender pasiones internas con la impresión de que otro se incinera por ti, pero tú eres un mechero que abre o cierra su entrada de gas a diestra y siniestra.

Así puedes sumar un amor más otro y tratar de llenar el vacío de tu corazón a la vez que practicas el sutil arte del hedonismo. Premias a tus sentidos, un beso tras otro, un abrazo único, una mirada casual que diga "quiero todo contigo" cuando es la primera ves que ves a esa persona.

Unas cervezas que magnifiquen el encanto de cada gesto, impresión o divagación... el nuevo elixir de los pueblos, de los pobres enamorados a quienes jamás nos ha cantado una sirena y caemos en la mediocridad de un amor poco romántico.

Si algo he comprobado en el transcurso de mi breve existencia es que difícilmente existen los amores de novela (literatura universal, por supuesto, algo así como Las penas del joven Werther o El amor en los tiempos del cólera), pero son los únicos por los que vale la pena vivir una gran tragedia, o morir en su búsqueda.

Hace unas semanas mi primo me compartió algo que leyó en no sé dónde, va así: enamórate de alguien que no sea escritor. Me impactó la revelación por más sencilla que parezca, de ahí reflexioné varias cosas. Primero que pienso que los escritores son personas sumamente sensibles, pueden maravillarse de la sencillez y hermosura de una rosa, o describir a la persona que aman como si estuviera tallada en marfil, ¡pueden incinerarse en una línea!, caer en el peor de los abismos, dedicar obras enteras a sus musas o bellos poemas.

Lo segundo -y más desesperanzador- es que por alguna razón que desconozco tienden a tener muchos amores, más velitas que la virgen María el 12 de diciembre... No sé si es que tienen el ojo más sensible ante lo bello, la mente más susceptible a la intelectualidad, o se sienten más solos que todos los seres humanos en este mundo. Naturalmente, esto no es exclusivo de los escritores, pero he notado cierto patrón, sobre todo cuando recientemente he leído obras de Hemingway, por poner un ejemplo.

Finalmente, y pese a todo lo dicho, creo que hay personas que se enamoran una vez y para siempre en esta jodida, efímera e inescrutable existencia. Aunque enciendan tantas velas como estrellas, aunque se consuelen con la putería, aunque se curen las heridas con palabras de Oscar Wilde. Aun así hay corazones de oro, y eso también responde a la pregunta de mi cuñada en turno sobre si todavía hay personas que valen la pena en este mundo.

jueves, 30 de abril de 2015

No es una carta

Diurna y nocturna; 
ansiolítico excitante;
fácil paradoja
que el reloj no toca. 

Hipnótico visual,
¿cómo no te he de mirar?
Seduces al humano,
encantas lo ideal.

Refugio al corazón
y cruel azotador;
un oasis,
mil desiertos. 

¡Me encantas!
¡Me faltan palabras!
¡Me nublas la razón!
Pero revives mi corazón. 

lunes, 27 de abril de 2015

jueves, 16 de abril de 2015

A mi tarro de ochocientos ochenta

Ella sonríe y se sorprende,
ha hecho de la noche un delirio;
ella pregunta y no comprende,
que mi alma no tiene un alivio.

Son sus ojos verdes
que me embriagan sin remedio,
que atan mi tarro al frente
simulando besar su efluvio.

Ámame pues tarro del demonio,
dame su amor que añoro,
quiero olvidar que pierdo la consciencia
por esa mujer que sonríe con inocencia.

lunes, 13 de abril de 2015

En busca de la inmortalidad

La inmortalidad es algo que me concierne de manera especial. Creo que todo lo que existe es de una complejidad extraordinaria que el ser humano sensible debe conocer. Yo me considero uno de esos seres humanos. Sé que en este momento suena descabellada la idea de que un hombre de nuestra época logre obtenerla, aunque tengo la certeza de que no existe sólo en mí la esperanza de conseguirla algún día para la especie.


Los científicos suman sus esfuerzos buscándola, unos más que otros, por supuesto. Esto lo menciono porque hoy leí un ensayo (no era artículo pese a que lo escribió un científico) en el que planteaba la idea de que el envejecimiento es una enfermedad cuyos mecanismos debemos estudiar a fondo para curar, para intervenir de manera específica. Me pareció de lo más interesante pues si él cree eso, ¿cómo nos ve a nosotros? ¿qué somos? ¿qué derecho tenemos a vivir por siempre y conocerlo todo? Incluso a esas preguntas aspiramos a responder y sólo se logrará si tenemos el tiempo a nuestro favor.


En la ciencia ficción también se vislumbra el deseo de la inmortalidad, cada cuento sobre ello nos envuelve de manera enloquecedora, renueva la esperanza, seduce el intelecto. Particularmente me gusta un cuento de Isaac Asimov que se llama La última pregunta, en él vemos como el hombre, después de haber conseguido la inmortalidad, comienza a conocerlo todo, a apoderarse del universo, a condensarse hasta llegar al punto inimaginable... El final que no spoilearé aquí.


Posteriormente recuerdo el fragmento de una canción del cuarteto de nos que va así: "decimos que queremos ser inmortales y no sabemos qué hacer en un día de lluvia", lo cual me lleva a una serie de reflexiones filosóficas de la vida como ¿qué haremos cuando nos agobie el tiempo? ¿qué hay sobre eso de que la temporalidad le da el sentido a la vida, a las acciones humanas, al amor...? Y es el cuento de nunca acabar.


Finalmente y en mi humilde opinión creo que arriesgarse a ir por ello vale toda la pena del mundo, porque jamás se nos dan respuestas por más que la religión lo intente, o la filosofía, o los aliens, qué sé yo. De todas formas en la vida te tienes que mover, porque no naciste esponja, y qué mejor que encontrar la respuesta de ¿quién o qué carajo me hizo mover?

sábado, 28 de febrero de 2015

Ella

Ella me saca de mí, de lo horrible,
me regla su tiempo, sus palabras,
colecciono sus miradas...
Ella me saca lo hermoso, lo intangible.


Su amor es lo más increíble
de entre lo concebible con palabras;
es una broma que deja el tiempo atrás;
quien me hace un Ser indescriptible.


Siento algo fatal e irresistible
por todas sus cosas, incluso banas,
pues sólo veo cosas bellas
en su eterno andar inasequible.


Mi pronóstico es incorregible:
soy un rompecabezas
a merced de su belleza sin puertas
y su encanto inefable.

jueves, 12 de febrero de 2015

martes, 3 de febrero de 2015

miércoles, 21 de enero de 2015

Te quiero porque tienes las partes de la mujer
en el lugar preciso
y estás completa. No te falta ni un pétalo,
ni un olor, ni una sombra.
Colocada en tu alma,
dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo,
leche de la luna en las oscuras hojas.
Quizás me ves,
tal vez, acaso un día,
en una lámpara apagada,
en un rincón del cuarto donde duermes,
soy una mancha, un punto en la pared, alguna raya
que tus ojos, sin ti, se quedan viendo.
Quizás me reconoces
como una hora antigua
cuando a solas preguntas, te interrogas
con el cuerpo cerrado y sin respuesta.
Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste.
Pero estás en mis manos y me tienes
y en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para secar tus lágrimas que lloro.
¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? Esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba.
Recoge mi cabeza. Guarda el brazo
con que amé tu cintura. No me dejes
en medio de tu sangre en esa toalla.


Jaime Sabines.

viernes, 2 de enero de 2015