Hoy les hablaré con la siceridad más fidedigna que puedo tener.
A diario me pregunto ¿cómo es que puede hacerme sentir todo esto? No les mentiré, especulo todo el día, pienso en cada momento, cada mirada, cada sonrisa, las cosas que hemos hecho... Y es entonces cuando mis pensamientos se tornan caóticos, me bombardean años de una felicidad incomparable. Todo es tan complejo, tan impersonal a la vez, ¡todo es ajeno a mi Razón!
Y en el momento en que la veo tras la puerta todo se va... La intrincada red de mis pensamientos se esfuma, pero no lo percibo hasta momentos como este, cuando no está junto a mí. Entonces sé perfectamente que algo tiene su imagen, un influjo poderoso sobre no sé qué región de mi cerebro que hace que me olvide de todo y me sienta como una Unidad. Es extraño ahora que lo menciono, siempre vivo como en dos mundos, uno es la famosa Razón, el Intelecto, o como prefieran llamarle; la otra parte es la automática, las cosas que hago como robot, alimentarme, bañarme, caminar.
Cuando la veo todo se va, sólo existe el Ser más jodidamente feliz que puede habitar dentro de este cuerpo, ¡pero mi cuerpo también es feliz! Bastará con decirles que me encanta físicamente, cuando mis ojos la ven tengo una sensación extraña que sólo puedo puedo expresar con dos palabras "¡me gusta!", y puedo decir que es la misma sensación que tengo solamente cuando veo algo extraterrenal en un sentido estricto: un planeta, las estrellas, la Luna...
Pero no hay cosa comparable con lo que me hace sentir cuando me besa, cuando con un arranque de no sé qué emoción me dice que me ama y que soy lo más importante en algún sentido. Ahí existe un abismo, un abismo de donde no quiero salir jamás, porque eso ni las estrellas, ni la visión de Júpiter, ni los enigmas en los libros de Erich von Däniken me hacen sentir. En ese sentido y en muchos otros ella es única en este planeta, es única en mi vida e indescriptible por más intentos que trate de hacer en este blog.
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