sábado, 27 de diciembre de 2014

El mejor día es...

Uno en el que no te importa lo que hago o en qué escala social estoy.
Uno en el que me haces olvidar mi egocentrismo a base de tu sencillez.
Uno en el que se alterna tu sonrisa y tu desdén, favoreciéndome después.
Uno en el que caminamos esperando sin esperar; en el que compartimos el control mientras luchamos con la hiperhidrosis palmar; en la que disimulo mi cara de imbécil con cada gesto de aprobación o durante nuestra  ardua lucha en el fifa.
Y cuando crees que estás al borde del abismo y nada puede ser más atractivo, se pone a bailar con una gracia, aptitud y naturalidad increíbles al sonido de cualquier canción. Viajas al paraíso, una descarga masiva de endorfinas, la abstracción más profunda del acto más pueril.
¡Y te quita los cigarros! ¡Pero te mueres por dárselos!... ¿Y cómo no perderse cuando tiene la delicadeza de presionar el botón del cigarro eléctrico por ti, o cuando hace el sacrificio de darte la mitad del chicle?
Escuchas y preguntas, "asienta amablemente" gran consejo. Y te toma por fin del brazo para regalarte la mejor noche del año, la más pura y desinteresada. Sientes de tal forma que una parte de ti se fue con ella, de su brazo, tras su humildad y sencillez, tras sus principios y no lo sé, quizá tras su amor.

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