miércoles, 1 de julio de 2015

Me casé

El día de hoy tuve un sueño como ninguno, insufló mi apachurrado corazón, me llenó de endorfinas y me dejó una impresión que aún ahora no puedo controlar, por ello lo quiero plasmar. 

Me encontraba en el internado, un lugar del cual por más que intento no puedo salir -bueno, físicamente al menos ya la libré-, estaba haciendo nada, probablemente tratando de no sentirme mal y apreciando el escenario, porque por lo menos me gustaba bastante la arquitectura de aquél lugar. 
Pasado un tiempo no me di cuenta que conocí a una mujer, yo tenía la misma edad que ahora, y ella debió rondar los 20. Era tremendamente hermosa, pelirroja, blanca, delgada, ojos negros, un poco más alta que yo... Físicamente era irresistible, razón por la cual no perdí el tiempo y entablamos conversación, me contó que tenía problemas psicológicos, que tenía problemas con el abandono. Era bastante tímida, al expresarse se notaba cierta tristeza, no recuerdo si tartamudeaba, pero sí hablaba bastante pausado. En conjunto inspiraba tanta ternura que contrastaba todo lo demás que yo pudiera sentir por ella, como atracción física, en realidad era muy extraño, quererla proteger y quererla besar a la vez.

Luego pasó lo bueno, después de un tiempo le dije que yo no la dejaría jamás, a lo que ella respondió con una pregunta: "¿nos vamos a casar?". Y yo por supuesto que acepté. En seguida apareció lo bizarro, íbamos caminando del brazo y de repente me detuvo, estábamos frente a la iglesia y ya estaba el juez frente a nosotros, algunos testigos, en fin... ¡me casé! No sin cierto desconcierto, pero a plena consciencia y con el corazón lo más contento del mundo, porque había encontrado a la mujer perfecta: hermosa, sensible, que me necesitara -en el sentido de que quisiera compartir su vida conmigo-, ¡pero qué va, si era muy hermosa y cariñosa!

Es verdad, también la besé y nos pasamos acarameladas todo el tiempo que se pudo, fui muy feliz, hasta que apareció quien yo creo es el amor de mi vida. En ese momento no me encontraba con mi esposa -qué raro decirlo-, pero se lo oculté, no le dije que estaba casada pues no podía renunciar al amor verdadero, a todas esas cosas que ella me hace sentir, más que físicas tan profundas que jamás entenderé. Así que tuve una doble vida. Cuando por fin llegué con mi esposa me estaba esperando, sus ojos reflejaban tanta ternura e inocencia que me rendí ante todo eso y fue entonces cuando supe que probablemente algún día me casaré. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario