martes, 24 de noviembre de 2015

Anécdota estúpida y desconcertante #8

Dramatismo

Se inauguró el parque de diversiones, la novedad era que tenía un avión y que podías sentirte grande e importante con las actividades que ahí se realizaban. A los 12 años difícilmente te interesa cualquier cosa que pudieras encontrar, salvo los autos, aunque sean miniatura.

El itinerario era inmenso, consistía en descubrir qué tanto se podía hacer en aquél lugar que nos abrió sus puertas a un mínimo precio, o quizá gratis, ¿quién se fija en eso cuando lo llevan? Y lo exploramos, un lugar tras otro, fila tras fila. A esa edad raramente algo resulta extenuante, pero sí te cansas…

De tal manera que el alimento representaba el oasis en el desierto, ¡y debíamos apreciarlo! Claro que sí, es de conocimiento general que lo que más cotizado es la comida en los parques, después de todo, todos comen y comen más de una ocasión. Ese día las niñas se agrupaban en tres, dos beneficiarias y una alma caritativa que las acompañaba, y que sin embargo, tenía su misma edad.

La beneficiaria número uno llegó a al carrito de hotdog y recibió su alimento con un éxtasis mental indescriptible; la segunda beneficiaria realizó exactamente lo mismo; y el alma caritativa, conmovida hasta los límites de su sensibilidad, recibió su alimento después de las dos anteriores, dio dos pasos, y vio caer su salchicha de entre la abertura de su pan por la pendiente, rodando una y otra vez sobre el pavimento por alrededor de dos metros.

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