Últimamente siento que mis palabras suenan a sentencia, yo no sé qué es todo este argüende que hay en mi vida, yo ya no sé ni qué creer, no sé quién me miente y quién me dice la verdad. Los días son bizarros, y si no llegan a tal calificativo al menos son sorprendentes. Yo sé que me hago tormentas en vasos de agua muchas veces, en realidad lo único que tengo se los confesaré –aunque cualquiera que haya leído mis publicaciones anteriores ya lo sabrá–: tengo un corazón roto. No es una calamidad, creo que en el momento en que quisiera podría volver a amar, no igual, jamás igual, pero no quiero, yo no quiero nada.
Mis días son divertidos, he conocido a muchas personas, me he dado cuenta de quiénes me quieren realmente, he jugado como niña, he recuperado mi teclado, me he puesto ebria un par de veces y mi corazón late como todos los días. ¿A quién se le habrá ocurrido eso de que el corazón representara el amor? No lo sé, algo había escuchado pero no importa, mi corazón (según esa concepción) está muerto, muerto como lo dije en la publicación anterior. Sé que he hablado mucho de mí, pero es mi espacio, además, a más de uno le ha de gustar leer mis estupideces, quizá a otros les interese realmente, después de todo la gente me ama porque soy un amor con patas.
Ver a la gente sufrir realmente es del diablo, yo lo veo muchas veces y prefiero no involucrarme. Pero quizá todo es cuestión de hormonas, mi antiguo maestro de anatomía, el dr. Arnulfo Gómez diría que así son las mujeres, andan bien 15 días y los otros 15 días ya no sabes ni cómo esconderte de ellas. Quizá el hombre tenga razón, estos estrógenos me van a matar jaja, pero también es cierto que la testosterona hace a los hombres feos (por bigotones y peludos) y estúpidos (por impulsivos y agresivos). Total, la vida es un desmadre, toda una novela, una novela con demasiados personajes que ya hasta da flojera verla.
Estoy viviendo al límite de mi composición y mis procesos, duermo muy poco porque me la paso en facebook hablando de mis amoríos o con ellos, como muy poco porque ni me acuerdo o ni tengo hambre, los pantalones ya me quedan todos flojos y se ven feítos, el pelo me está creciendo muy rápido y cada vez se pone mejor, estudio alrededor de 60% de todas las clases que he visto hasta ahora (¡y con eso me defiendo comparado con cualquiera del salón!), tengo una lista de actividades que voy tachando, he comprado una nueva libreta porque la anterior me la acabé escribiendo cosas que algún día publicaré en el blog, tomo demasiada coca-cola y jugo de naranja, me paso horas en el piano acompañando la voz de una mujer hermosísima que se llama Adele, tengo mi cuarto hecho un asco, acepto cualquier invitación que me hagan para salir, me estoy poniendo ebria muy seguido, compraré un vino esta semana y lo utilizaré el fin de semana, invitaré a quien quiera caerle a mi casa para que se ponga ebria(o) conmigo…
Pura vida dice mi madre, y así es, pura vida con mi corazón vacío, helado, de roca, muerto. Creo que tarde o temprano llegaría hasta aquí, a veces pienso que las cosas que pasan no se pueden eludir, no es que crea en el destino, creo más bien en que cada acción tiene una reacción determinada, no como los quarks que son impredecibles. Acepto que tenía que pasar por todo esto, aunque no tenga argumentos para apoyar mi creencia, pero definitivamente no sé a dónde voy, a donde sea que vaya lo único que quiero es divertirme. Hace unos meses no pensé que podía hacerlo tan bien, la gente cree generalmente que soy aburrida porque no me gusta salir, sin embargo, ahora salgo demasiado y todavía me doy el lujo de no aceptar dos o tres invitaciones y eso solamente porque se empalman con otras que ya acepté.
Muchas personas piensan que hay que buscarle un sentido a esta vida, que la vida tiene sentido, o que pensar en el sentido no es nada provechoso, el punto es que todos consideran “el sentido de la vida” de diferente forma. Yo no necesito un sentido de esta vida terrenal, voy a hacer desmadre. Soy un ser trascendente, mucho más de lo que puedo llegar a ser aquí, viviendo como un animal en una sociedad de simios, yo soy animal por taxonomía, ¡pero los demás son simios de verdad! Y me encanta, siempre y cuando no se llegue esa época en que mis hormonas me traicionan y me hundo por algunas horas, no veo la salida y me pongo a llorar. Pero luego resucita mi naturaleza primitiva y es esa misma la que me tiene hoy aquí, escribiendo, pensando, sintiendo, procesando, amando a las mujeres como a nada más en este planeta, en esta realidad material.
También amo a la ciencia y hoy más que nunca profundizo en ella, después publicaré una serie de preguntas científicas a las que nadie les ha podido dar una respuesta, pero yo se la daré, yo y mis impredecibles años que quedan por delante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario