Si pudieran grabarse esta clase de impresiones y reproducirse a diestra y siniestra, probablemente me alcanzaría la felicidad toda una vida. Pero las emociones son fugaces, y los instantes solo son eso, así que hay que provocar constantemente las situaciones que gratifican de tal forma.
Y en este punto la necesito para que mi cerebro haga una fiesta de su presencia y trate -como siempre- de grabarlo todo para recordarlo alguna vez, intentando no sucumbir en la impaciencia. Es difícil ignorar que se ríe de alguna estupidez, que camina con gracia y naturalidad, que me tira una flor indiscriminadamente cuando lo que yo trato de evitar hacer es precisamente eso. Para que no se note cuán imbécil estoy por ella, para que no piense que le complicaré la vida con un amor sin futuro, para evitarle y evitarme el rechazo.
Y luego gano un poco de cordura, no cedo a sus encantos, me resisto a sus halagos... Mi vida y el momento se vuelven ordinarios. No sé cómo le hace, pero ella lo nota y decide no soltar el hilo del cual pende lo que me resta de alma. Y sólo hay de dos: o me hechiza más con sus propiedades de mujer hermosa, o aplaude alguna de mis virtudes alimentando mi soberbia sin temor a demostrármelo. En este punto ya no sé qué me gusta más.
Ella puede de pronto sacarme un tema médico y hablar sobre él con propiedad y conocimiento; puede sorprenderme promoviendo la lectura de uno de mis libros favoritos mientras me seduce al discutir el argumento; puede mostrarme su wild side cuando me cuenta alguna anécdota hardcore, o cuando no se cansa de pedir más cerveza, o quizá mientras me provoca deliberadamente por el mero placer de saber que puede hacer de mí lo que quiera. Sin embargo, jamás le he dado el placer de saber que pienso todo eso, que incluso sus nimiedades pueden encantarme.
Por otro lado, disfruto sobremanera cuando no sólo tengo que admirarla, sino que participo alguna vez de su atención y cumplidos. Entonces ella me toma el cabello advirtiéndome que no es acoso y que no soy tan especial jaja, ¿no es ya demasiado irresistible? ¡Pero puede serlo más! Porque toma mi mano bajo cualquier excusa o sin razón, y yo me controlo, me mentalizo "no es gran cosa", ella no piensa nada mientras yo me incinero en ese instante.
Y de repente yo digo algo cínico y espontáneo que es estimulante por sí solo, sin saber que segundos después será lo mejor que haya hecho en el día, cuando ella dice "tú siempre dices cosas con mucho sentido". Y mis palabras son lo que más valoro de mí cuando ella me recompensa diciéndome "me gusta estar hablando de cosas que no conozco"... Así que bendita sea la primera mujer que me interesó e incentivó mi desarrollo intelectual, y la segunda y la tercera y cuantas han habido y promovido con amor mi hambre de conocimiento, porque por fin encontré una mujer que puedo sorprender con ello, y lo más importante: que me interesa para tanto.
Así que ella es la mujer con más razones en el mundo para volver loco mi corazón y mi mente. Ayer fue prueba de ello.
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