martes, 19 de abril de 2011

Anécdota en las rampas

Quiero pensar que el mundo está loco para no aburrirme más, quiero salir a la calle y ver que las personas se divierten de maneras distintas a lo que la mayoría lo hace, porque el fútbol apesta, porque beber alcohol los fines de semana apesta y también ir al cine frecuentemente, hay que variar. 

Ayer tuve una experiencia única y pueril, fui con mis primos a unas rampas para bicicleta, patineta y patines, todos traíamos bicicleta excepto mi primo Santiago porque es un hombre novedoso y es difícil que lo convenza lo que a la mayoría de las personas le gusta, a él le encanta ser especial y a veces lo logra. Fue todo un acontecimiento -como tantas cosas que me han pasado últimamente-, sentí que mi corazón se aceleró como nunca al bajar la primera rampa y doblemente al subir la siguiente con el impulso que me dio la primera, es indescriptible, jamás me había sentido así, ni siquiera cuando mi corazón está enamorado. Lo hice varias veces cambiando el trayecto de rapa a rampa, jamás cedió la aceleración de mi corazón, literalmente por supuesto, la última vez que lo hice me quedé a mitad de la rampa y me fui hacia atrás deteniéndome con la goma de mis hermosos tenis adidas jajaja. Me caí una vez, después de haberme elevado por dos rampas, en la tercera quise llegar hasta la cima, pero volteé el manubrio antes de llegar y la bicicleta conmigo, en posición horizontal, nos deslizamos suavemente hacia abajo, no hubo problema, no me dolió ni me dio pena jaja, yo era la única valiente pese a que los que estaban antes que yo se dedican a hacer trucos con su bicicleta. 

Casi todos llevaban esas bicicletas feas que se utilizan especialmente para el BMX, no me gustan, son enanas, pesadas (aunque se supone que se busca lo contrario) y con poco atractivo visual. Yo en cambio llevaba mi bicicleta de hace cuarenta años, ligera como el viento y sin más gracia que un cuadro extraño y unas chistosas polveras, con eso volé y me envidiaron, yo los compadecí. Si fueran un poco menos rígidos se darían cuenta de que no es indispensable ese tipo de bicicletas y mucho menos vestirse de cierta manera para poder practicar su BMX, ¡al diablo con el BMX!, ¡yo no cambio el bum bum de mi corazón!

Vi a un niño gracioso que llevaba unos patines de línea con sólo dos ruedas, mi primo Santiago me explicó que le quitan las dos ruedas del centro para poder reliar y hacer tucos en general, creo que el niño no pasaba de los nueve años, sólo pude pensar "qué valor, qué valor", y me agradó porque hay niños que prefieren un xbox, una moto, o cosas que los privan de las aventuras de la niñez, del bum bum que apenas experimenté, además el deporte es bueno para la salud. Había también muchas niñas arriba de la rampa mayor, la utilizaban de resbaladero y me dieron pena las pobres, tan faltas de diversión, apuesto a que sus madres les dicen que las bicicletas son rudas, que le dejen eso a los niños y se agarren a la barbie... Yo jamás fui así, cosa de la cual me enorgullezco, y también me enorgullezco de que mi niñez jamás se acabará, tengo el síndrome de Peter Pan jaja. 

Por eso quiero que el mundo esté loco, que la gente haga cosas más divertidas y menos estúpidas como sentarse frente a un televisor a ver un partido, o peor aún, comprar un boleto para ver a doce tipos que generalmente son perdedores. Sí, odio el fútbol, mejor dicho, el fanatismo, el consumismo y la estupidez, detesto la estupidez de la gente. Quiero que todos tiren sus TV, porque poco o nada es útil de lo que transmiten, estoy cansada de que sea el manual universal de cómo ser estúpidamente igual a los demás. Deseo ver los rostros de las personas experimentando un bum bum pueril, que se olviden de todo, de sus problemas existenciales, de Dios, del amor, del dinero, de sus desgracias y de la vida entera. Dediquémonos a la aventura. 

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