Sabes que ella es la razón de que estés aquí, tirada con la ropa más decente que tienes, bebiendo el mejor alcohol que has probado, en un atardecer que parece de película de ciencia ficción. Pero sabes que estás en el techo de tu casa con el alma agazapada, dopándote con canciones que has repetido una y otra vez desde que la quieres como idiota.
¿Acaso puede culparte de ser encantadora y que, por lo mismo, no puedas eludir sus encantos? Y, sin embargo, lo hace. No sabe, no conoce una forma sutil de decírtelo, que detesta que la veas de esta manera.
Te mueres por hablarle, quisieras demostrarle que no eres el ser mediocre que imagina, que se ha equivocado contigo. Quisieras que se quitara la venda de los ojos y te viera como tú te supones, pero la realidad últimamente ha sido bastante bizarra. Ni tú sabes quién eres, no sabes nada en realidad mas que cada fibra de tu ser se alborota con su simple alusión.
A eso te referías en el momento en que dijiste que eres demasiado sensible, aunque después le agregaras -para su tranquilidad- que debía creerte sólo la mitad. Pensaste que le aliviaría la existencia, la impresión.
Tienes que olvidarla, aún cuando tu alma se resiste, porque no todo lo hermoso merece cada esfuerzo en tu vida, y aunque siempre has creído que nada tiene sentido, se te olvida con frecuencia por ella...
frazvire
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